martes, 28 de septiembre de 2010

La Migración en Masai Mara. Ñus y cebras. El río Mara I.



Desde finales de junio hasta finales de octubre tiene lugar cada año en la Reserva de Masai Mara, al sur de Kenya, la Migración más importante de fauna salvaje en el continente africano. Dos especies son clave en el ecosistema Serengeti: el ñu y la cebra.

Son como las buenas parejas, se necesitan. Seguramente también se quieren, no en vano comparten los momentos más difíciles de la vida, la presencia del otro puede servir para salvar la vida propia y encima no discuten. Ñus y cebras son como marido y mujer. O más.
Comparten hogar, en plena sabana africana, especialmente abundantes en las praderas del ecosistema del Serengeti. Pasan juntos buena parte del año comiendo en el mismo plato, los pastos frescos, e incluso se bañan juntos. Y precisamente ahí, en el baño, es donde se estrecha este lazo matrimonial sin parangón. Cebras y ñus suponen juntos el 90% de los animales que forman la Gran Manada, que es como se conoce a los diferentes grupos de herbívoros que cada año protagonizan la Gran Migración. Estos grupos están formados fundamentalmente por ñus, cebras y un tercero en discordia en el matrimonio: las gacelas (Thomson y Grant, fundamentalmente). En total casi 3 millones de herbívoros: 2 millones de ñus, 700 mil cebras y medio millón de gacelas son los autores de la mayor migración animal -en cuanto a mamíferos se refiere- entre Serengeti y Masai Mara en Tanzania y Kenia respectivamente.


Volviendo al agua, es precisamente a la hora de cruzar los ríos cuando surgen los nervios y el conflicto. La tensión se corta en el ambiente. Es en este momento cuando más se estrecha su amor e incluso los amantes son bienvenidos. Me explico: ambos, cebras y ñus, son animales terrestres y como tales no se desenvuelven bien en todo lo que no sea su medio. Si a esto añadimos que ahí abajo, en el agua y las orillas, aguardan frotándose los dientes, cientos de cocodrilos del Nilo, sobra decir que el momento del cruce del río –junto con el del parto- es el más crítico de sus vidas. Aparte de los pequeños afluentes y arroyos más o menos sencillos de vadear, son varios los ríos que han de cruzar durante la migración: el Kirawira, el Sand River, el Talek y el más dramático de todos, el río Mara. El momento de echarse al agua es el más tenso del matrimonio. Primero comienzan a acercarse a la orilla, uno a uno, de decenas en decenas, de cientos en cientos. Así hasta miles. El nerviosismo flota en el aire y los sonidos característicos de los ñus se repiten constantemente. Son llamadas incesantes, llamadas de ánimo y de congregación para hacer piña antes de cruzar y, una vez al otro lado, siguen sonando como reclamo para que sus parientes que aun no han cruzado se decidan a hacerlo cuanto antes. Estos cortos mugidos son el hilo musical favorito de los cocodrilos y la banda sonora de la migración.


Cebras y ñus se congregan en la parte alta de los terraplenes buscando una bajada cómoda al río, pero cuanta más cómoda sea la bajada por un terreno cortado en forma de embudo también mayor es el número de cocodrilos que aguarda en la salida del tobogán. Por eso optan por saltar al agua incluso desde grandes alturas. Las pautas son siempre las mismas. Primero ellas –las cebras-, más decididas pero mirando a ambos lados sin saber muy bien para donde tirar; después ellos, más simples y tercos que esperan a que sus “mujeres” comiencen a cruzar para echarse al agua. Una vez se mete el primero, los demás le siguen sin dudarlo en fila india. Sólo cuando uno de los que está en pleno cruce decide darse media vuelta víctima del pánico los demás le siguen y vuelta para atrás. Se corta el cruce migratorio del río por unos minutos, horas o incluso hasta el día siguiente, cuando cebras y ñus volverán a repetir el ritual. Cuantas más cebras y ñus haya durante el cruce mucho mejor. A mayor tamaño del grupo, menor es la probabilidad de que te toque la china de los cocodrilos. Eso es conveniencia en toda regla.



Los que logran cruzar, una vez arriba buscan refugio cuanto antes lejos de la orilla, en la “seguridad” de la planicie donde aguardan leones, guepardos y leopardos sabedores del estrés y agotamiento que los pobrecitos llevan encima. Pues bien, superado el trago de los cocodrilos y los felinos, ahora queda comer algo antes de emprender el regreso y de nuevo mojarse las pezuñas en las aguas del Mara.



Puedes ver más sobre el tema en mi Guía de Safaris Fotográficos en África: Kenia

MEJOR ÉPOCA: Desde finales de junio hasta finales de octubre la Gran Manada se encuentra en Masai Mara (Kenia) y el resto del año en Serengeti (Tanzania). Estamos pues en plena época de cruce del río Mara y es la actividad central de los safaris en ésta época.
El horario de la sabana en estos días se rige por los amaneceres para avistamiento de felinos (6-9 h.), en el cruce del río (10-17 h.) y de nuevo el momento de los felinos (17-19 h). Una jornada de lo más completa.

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