domingo, 31 de octubre de 2010

Hotel Explora, lujo en las Torres del Paine


Parque nacional Torres del Paine, Chile.

El Explora de Torres del Paine es uno de los clásicos en el ecoturismo de lujo. Su emplazamiento a orillas del lago Pehoé y junto a la cascada del Salto Chico, es una verdadera maravilla. Como telón de fondo el marco incomparable de las Torres y los Cuernos del macizo del Paine. Por su ubicación y las enormes posibilidades del entorno es un alojamiento idóneo para estancias de 4 o más noches. Punto de partida perfecto para excursiones de senderismo y ecuestres por el parque nacional. Se organizan excursiones guiadas a los principales puntos de interés del parque, como el glaciar de Grey.


La filosofía arquitectónica del hotel se basa en las vistas al macizo del Paine. Las habitaciones son pequeñas pero muy confortables.


Éstas son mis valoraciones:

Situación: 10
Accesos: 6
Tranquilidad: 9
Arquitectura: 7
Ambiente: 6
Habitaciones: 7
Zonas comunes: 7
Gastronomía: 7
Servicio: 8
Servicio guías: 7
Integración Naturaleza: 8

Valoración general: 8

web hotel





viernes, 29 de octubre de 2010

Flamencos en la Patagonia chilena


En principio cuando uno llega a estas latitudes no lo hace pensando en la observación de flamencos (Phoenicopterus chilensis). El parque nacional de las Torres del Paine, en la Patagonia de Chile, es más bien territorio de cóndores, pumas, huemules o guanacos. Pero al acceder al parque nacional, ya en los primeros lagos, uno se sorprende con los grupos de flamencos que se alimentan en sus someras aguas, donde crían construyendo nidos de barro con forma de pequeños volcanes en cuyos cráteres depositan el huevo. No están solos. También rapaces como el águila de pecho negro, cormoranes, cisnes de cuello negro, anátidas de diferentes especies y el carismático y siempre fiel cauquén.


El flamenco chileno recibe otros nombres comunes como flamenco austral, solor o tokoko y es una de las seis especies de flamencos que existen en el mundo. Es el mismo que se encuentra por ejemplo en el desierto de Atacama, por lo que mientras encuentre las aguas poco profundas y ricas en las microalgas que necesita para alimentarse, es capaz de estar presente en lagunas, lagos estuarios y desembocaduras de ríos, indistintamente de la altitud, y del paisaje circundante. Desde el desierto a los Andes. Desde el mar hasta los 4.000 metros de altitud. En Chile está presente desde Tarapacá hasta la Tierra del Fuego. De las tres especies de flamencos altoandinos –además del flamenco de James y el flamenco andino, ambas las dos más raras de las seis existentes-, es la de mayor patrón de distribución y también la de población más numerosa, con 200.000 individuos.
Resulta pues muy bella su esbelta silueta de color rosa blanquecino, casi salmón, recortándose con el fondo montañoso de los angostos picos patagónicos de este parque nacional.

MEJOR ÉPOCA: de noviembre a abril.
EQUIPO FOTOGRÁFICO: Teleobjetivo mínimo 300 mm.

martes, 26 de octubre de 2010

Guanacos en las Torres del Paine


El parque nacional de las Torres del Paine, en la Patagonia de Chile, es junto al glaciar Perito Moreno, uno de los dos principales atractivos de la Patagonia. Lo peor (o mejor) que tiene el parque es su acceso, lejos de cualquiera de las tres ciudades que constituyen la principal vía de entrada: Puerto Natales y Punta Arenas en Chile y El Calafate en Argentina. Precisamente gracias al complejo acceso se mantiene tan sublime.


Si vais a las Torres del Paine sabed que los hoteles y hosterías no suelen reservar noches sueltas sino mínimos de 3-4 noches. También es normal teniendo en cuenta lo mucho que se puede hacer y visitar en el parque. Una noche no da para mucho. Aunque los principales atractivos se pueden visitar en vehículo o en barco, es un parque nacional idóneo para el senderismo. Existen diferentes rutas y circuitos senderistas desde unas pocas horas hasta semanas de duración. Si podéis y tenéis tiempo, uno de los más impresionantes es realizar el circuito del Paine, que da una vuelta a todo el macizo del Paine, donde se encuentran las máximas alturas del parque con los 3.050 metros del Paine principal, los 2.600 m. del Cuerno principal o los 2.850 m. de altitud de la Torre Sur. Es un recorrido senderista a media montaña, con un paso a 1.350 metros de altitud pero que requiere de 7-10 días de caminata. Por el camino se atraviesan bosques, ríos, lagos y glaciares como el de Grey, Dickson y Perros. Impresionante.


Las Torres del Paine es terreno agreste, andino, rabiosamente bello con esa mezcla de éxito seguro en cualquier cocktail de belleza que tenga como ingredientes montañas y lagos. Algunos de los indispensables son los que se visitan en las rutas de la laguna Verde, las Torres, lago Paine, o los que se ven en la carretera que entra desde el paso de Laguna Amarga o Lago Sarmiento para quienes llegan desde El Calafate: lago Nordenskjöld y su mirador, lago Pehoe y un nutrido grupo de pequeñas balsas de agua en las que es frecuente ver cauquenes y flamencos.

El parque nacional también es el hogar de pumas, huemules, choiques, cóndores y una importante población de guanacos. El guanaco es uno de los cuatro camélidos de América del Sur y es muy abundante en terrenos abiertos del parque, donde es frecuente verlo en manadas de 5-10 hembras con sus crías y un macho. Son animales tranquilos y relativamente confiados a los que es posible acercarse para fotografiarlos a una distancia cercana. Os podéis acercar caminando despacio sin problema. La distancia la marcará vuestro comportamiento y lentitud. os podréis acercar bastante hasta el punto en el que el guanaco se muestra inquieto y comienza a alejarse lentamente, parandose y mirando de nuevo. Ese es el punto máximo de acercamiento que ronda, normalmente, los cincuenta metros.

MEJOR ÉPOCA: noviembre-abril.
EQUIPO FOTOGRÁFICO: Teleobjetivo 200 mm es suficiente.

lunes, 25 de octubre de 2010

Angkor, la selva que devora templos


En el corazón de la selva camboyana se erigen majestuosos los templos de Angkor. Aunque a los ojos del profano parece que sólo haya un único templo (el famoso de las fotos, es decir, Angkor Wat), lo cierto es que este verde pulmón encierra un conjunto formado por casi 300 templos diseminados en nada más y nada menos que 200 kilómetros cuadrados.

Su origen hay que buscarlo en el deseo arquitectónico de Suryavarmán II, uno de los reyes del imperio Jemer, hasta que en 1177 el vecino reino de Cham los saqueó y Angkor cayó en el olvido hasta que se convirtió en capital del imperio Jemer y posteriormente pasó a manos de los monjes budistas. El único que permaneció sin abandonar fue el de Angkor Wat. La selva cubrió durante siglos los templos hasta que el explorador francés Muhout los sacó a la luz pública en 1860. Poco a poco se fueron liberando de la selva que los envolvía hasta recuperarlos para el turismo. Bueno, hay especialmente uno que se resiste a quitarse el traje verde. Es Ta Prohm (s. XII), más conocido como el templo de las raíces.


Mientras el resto de los templos principales han sido recuperados a la selva y reconstruidos gracias a la colaboración de diferentes gobiernos eliminando la vegetación para facilitar la visita turística, el templo de Ta Prohm ha marcado su sello de identidad particular gracias a las enormes raíces que literalmente se han fusionado con la piedra sirviendo de andamios vegetales a las paredes hasta el punto de formar una unidad. Antaño hubo la polémica de si eliminar la vegetación y seguir la misma senda que con los templos vecinos, pero finalmente se optó por dejar los gigantescos árboles –generalmente ceibas-, y recuperar así este templo de una forma diferente.


Esta “gestión” lo convierte, a mi juicio, en el templo más espectacular de Angkor. Ta Prohm está invadido por un halo de romanticismo y aventura. Al pisarlo uno se siente un poco Indiana Jones, o mejor Lara Croft (pues aquí se rodó la famosa Tomb Raider con Angelina Jolie). Pasear por su interior es una auténtica gozada si huimos de las riadas de turistas. En cada sala, en cada recodo, nos sorprende de nuevo un rincón invadido por la vegetación que sustenta como el mejor cimiento un muro a punto de desplomarse.
Esperemos sigan pensando así los responsables y nos permitan disfrutar de esta particular muestra de fusión ecoarquitectónica que, lejos de ser un estorbo, convierte a la selva en atractivo.



jueves, 21 de octubre de 2010

En elefante por los templos de Angkor



Angkor Thom significa en el actual idioma jemer “ciudad grande”. En efecto lo es. Sólo recientemente ha sido arrancada a la selva camboyana la que sin duda es la proliferación de templos más impresionante del mundo. Los templos de Angkor son los principales restos del imperio jemer entre los siglos IX y XV y se encuentran situados en una vasta zona selvática de la ciudad de Siam Reap.



Recorrerlos en bicicleta, caminando, o cómodamente desde un motocarro es cuestión de cada uno y del tiempo del que disponga para la visita, para la que es preciso en cualquier caso varias jornadas debido a la distancia entre los grupos de templos y el tamaño de los propios edificios. Sea cual sea la forma elegida,  conviene dejarse un breve tiempo reservado para disfrutar de los templos, de su escultura, de sus relieves únicos extraordinariamente trabajados, del entorno selvático que lo circunda… para dar un paseo a lomos de un elefante. La experiencia no llevará más de 20-30 minutos, 15 dólares menos en el bolsillo, y resulta interesante.



Existen tres opciones de recorrido para que cada cual elija: desde la puerta Sur hasta el templo de Bayón o de las máscaras, dar la vuelta al templo de Bayón (fotos superiores) o bien subir hasta el templo de Phnom Bakheng para contemplar una atardecer inolvidable (fotos inferiores). Ojo que la última subida al templo es a las 17,30 h. Arriba no estaremos solos, más bien bastante acompañados de los turistas que suben caminando para vivir el momento de la puesta de sol pero la subida en elefante no está tan concurrida.
Desde arriba la panorámica circular es insuperable, incluida la visión de las cinco torres del magnífico templo de Angkor Wat emergiendo sobre el dosel de la selva.


miércoles, 20 de octubre de 2010

Los barcos de Halong ¿Cuál elegir?


Visitar la bahía de Halong es una de las experiencias más maravillosas que uno puede disfrutar. Como está de moda decir ahora, uno de esos sitios que hay que visitar al menos una vez en la vida. No falta razón. Pero no vengo hoy a descubrir los encantos de esta joya vietnamita, de la que ya hable hace unos días, sino a comentar algo intrínseco a la visita: el barco. El junco, a decir más correctamente.

La belleza de la bahía es innegable e incuestionable, pero bien es cierto que buena parte del éxito en la visita se debe a la elección del transporte en el que embarcarse, pues será nuestra casa en los próximos días.
Para situarnos conviene tener en cuenta que existen 200 barcos que navegan a diario la bahía, así que en ocasiones la elección puede no ser fácil. También es cierto que no todos se pueden contratar desde España y cuando uno llega al puerto de Haiphong, las dudas se multiplican. El 5% de los barcos son cinco estrellas o lujo. El precio para la mayoría de los bolsillos occidentales no es demasiado elevado y lo convierte, siempre que se pueda, en la opción más recomendable. En este sentido, las mejores opciones son el Emeraude, el Bhaya Legend, el Indochina Sails y el Jasmine. El Emeraude es un barco bonito –no es un junco-, réplica exacta del que navegó a vapor en estas aguas a comienzos del siglo pasado. Los camarotes son confortables pero el cuarto de baño muy justo.



La estructura de los juncos –barcos de madera y vela- es similar en todos, con camarotes con ventana en la planta inferior, camarotes con balcón en la primera planta –donde suelen estar las suites- y la cubierta superior destinada a tomar el sol o una copa con agradables tumbonas. Son épicos en la cubierta superior los amaneceres y las clases de Tai chi que se imparten para comenzar el día a primera hora de la mañana en sintonía con el entorno. La noche tiene también su magia. En particular si hay luna llena. Vale la pena tumbarse en la cubierta para sentir la bahía bajo un cielo estrellado que parece tocarse con la mano.
La navegación de los juncos es a motor y la vela –que despliegan en la mayoría de los casos cuando están fondeados- es más para la foto. Las excursiones, paradas y actividades –una experiencia bonita es hacer kayak- son similares en todos los barcos. Lo único que varía es el recorrido, que está en función de la duración elegida para el crucero: 4-5 horas, 2 días o 3 días. En realidad 1 simple minuto en este lugar ya justifica el viaje.


martes, 19 de octubre de 2010

Cuevas de Tam Coc, safari fluvial


En Vietnam la llaman la Bahía de Halong interior, y así la ofrecen al turismo. Lo cierto es que no van desencaminados. No recibe ni de lejos el número de visitantes de la verdadera Halong pero cada vez más la gente se interesa por este enclave a 110 kilómetros al sur de Hanoi, en Ninh Binh. Incluso el río que recorre este paisaje de monolitos rocosos –Hoang- se le parece. También la vecina ciudadela de Hoa Lu con sus pagodas erigidas a los reyes Dinh y Le, que eligieron el lugar como antigua capital del país.


Tam Coc significa Tres Cuevas y ese es precisamente el principal atractivo de este rincón, navegarlas a bordo de un pequeño bote de remos que los locales manejan con una soltura pasmosa y curiosa. Sorprende ver a esta gente remar con los pies con la misma facilidad que con las manos. La excursión dura un par de horas de travesía y es un deleite para los amantes de la fotografía. Aparte de captar a los pescadores locales y recogedores de algas y otras plantas acuáticas en su vida cotidiana, rodeados de estos escarpes calizos de similar estructura a las existentes en la propia bahía o en Guilin, en China, la zona es idónea para ardeidas y otras aves que encuentran en la escasa profundidad de las orillas o en los inundados campos de arroz vecinos, el hábitat ideal para alimentarse.


Con un poco de suerte se pueden ver también en libertad los monos mischevous por las laderas mientras se van cruzando las tres cuevas de diferente longitud. La altura, también variable, es en algunos tramos de apenas dos metros por lo que se puede tocar el techo con la mano desde el bote. Tam Coc es de esos lugares que uno no espera. Y los hay incluso que, tras visitarlo, les ha gustado más que la propia bahía de Halong. Quizá no esperaban tanta belleza en su hermana terrestre.

sábado, 16 de octubre de 2010

Bahía de Halong



Mientras os vais animando con la breve encuesta que he puesto en la columna derecha del blog para conocer qué preferencias tenéis a la hora de conocer el ecoturismo y los paraísos del mundo, doy un salto de continente casi a la otra parte del mundo desde Patagonia al sureste asiático para iniciar una breve serie de post sobre Vietnam. ¿por donde empezar? Pues sin duda por su imagen más sobrecogedora.
La bahía de Halong es la postal más emblemática de Vietnam y una de las imágenes más sublimes del sudeste asiático. Es también una de las candidatas finales a las Siete Maravillas Naturales y, a mi juicio, una clara aspirante a serlo.
A un par de horas desde Hanoi y apenas a una hora de la costa, el mar se ve salpicado por miles de islotes kársticos que conforman uno de los paisajes más impresionantes del mundo. Estos enormes monolitos rocosos tapizados por selva y de origen mitológico, como la cultura local atribuye a la fuerza impetuosa de la cola de un dragón o al deseo del Emperador de Jade en persona, suponen un destino idóneo para conocer a bordo de alguno de los 200 juncos que navegan sus aguas.

Las excursiones o cruceros en junco van desde las 4-5 horas hasta los 3 días y en ellos se visitan los principales lugares de interés de la bahía: la cueva de la Sorpresa, el pueblo flotante de pescadores, el parque nacional Cat Ba, la playa de Soi Sim -idónea para un brindis al atradecer-, o la isla Titop, desde donde está hecha la fotografía que abre el post. Titop es uno de los lugares obligados para desembarcar y disfrutar de la playa o subir hasta el mirador. Es un pequeño islote con un par de miradores naturales. Del primer balcón nos separan 5 minutos y del segundo 400 escalones desde la playa. En total 15 minutos para obtener esta incomparable recompensa visual.
Uno de mis mejores recuerdos de Vietnam es navegar a vela en Halong a la luz de la luna llena. Y si es con un kayak de mar... Indescriptible.
MEJOR ÉPOCA: Todo el año.

jueves, 14 de octubre de 2010

Las montañas del Quebrantahuesos


Así de sugerente es el nombre de este recorrido por uno de los cuatro valles que conforman el actual parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. La Garganta de Escuaín es probablemente el mejor lugar de la península Ibérica –y uno de los mejores spots de birdwatching en el mundo- para la observación del Quebrantahuesos. Para ello lo mejor es realizar el corto sendero conocido como Ruta de los Miradores de Revilla. Apenas 45 minutos de recorrido a pie para acceder al estratégico balcón natural emplazado frente al barranco de Angonés y colgado sobre el río Yaga.
En estas laderas meridionales de la sierra de las Sucas se ha llegado a observar más de la mitad de la población ibérica de Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), la mayor de las rapaces europeas. El quebrantahuesos, única ave osteófaga de cuantas existen en el planeta, alcanza su madurez a los 6-7 años de vida cuando adquiere en pleno apogeo su característico y vistoso plumaje naranja con negro dorsal y blanquecino ventral. A buen seguro observaremos también los individuos más jóvenes –plumaje negro- y los subadultos, con tonos más pardos que apuntan al naranja. Con algo de suerte podemos completar el trío de buitres –alimoches y buitres leonados, además del propio quebrantahuesos- y otro buen número de rapaces como el águila culebrera, águila real, halcón peregrino, ratonero común o el milano real. Una cita ineludible con la naturaleza de primer orden.

martes, 12 de octubre de 2010

Ballena franca en Península Valdés, Patagonia argentina.

La Patagonia argentina es un destino mágico y privilegiado en todos los sentidos. En la Patagonia atlántica destaca por encima del resto de fauna un animal: la Ballena Franca Austral, que se ha ganado el puesto de honor en el podium faunístico sudamericano. Estamos en plena temporada de ballenas.
La población mundial actual de este cetáceo, que estuvo a punto de desaparecer víctima de los arpones, no supera los 7.000 individuos en su distribución exclusiva del Hemisferio Sur, de los que en la Reserva Natural de la Península Valdés están presentes 2.500 ejemplares.
Es una ballena extraordinariamente ágil pese a sus 15 metros de longitud y más de 50 toneladas.
En Península Valdés su población crece a una tasa de casi el 8% anual gracias sin duda a que Argentina no dudó en declarar hace unos años a la Ballena Franca Austral como Monumento Natural Nacional, pasando a ser casi el único ser vivo que está considerado así por un país de manera oficial como su emblema medioambiental.


Cada año las ballenas acuden puntuales a las aguas de la Península Valdés para establecer su zona de cría desde el mes de julio. Allí permanecerán junto a sus ballenatos recién nacidos hasta comenzar su movimiento migratorio hacia el sur. A mediados de diciembre las aguas del golfo Nuevo y del golfo de San José quedarán desiertas de ballenas hasta la temporada que viene.
Durante estos meses el éxito de avistamiento está garantizado siempre que las condiciones meteorológicas permitan la salida –casi siempre- de las muchas embarcaciones que realizan esta excursión diaria.
Existen salidas cada hora por la mañana y por la tarde. La mayoría de las excursiones cuestan unos 20 euros y duran 1 hora y 30 minutos, que es el tiempo suficiente para zarpar desde la playa, llegar hasta alguna ballena –entre septiembre y noviembre la acumulación de ballenas es tal se encuentran nada más salir-. De hecho es posible verlas desde tierra desde el propio Puerto Pirámides o mejor aún desde la playa El Doradillo, cerca de Puerto Madryn.


La jornada de avistamiento comienza con el equipamiento para subir a la embarcación que consiste en un chaleco salvavidas y generalmente también un chubasquero plástico. Los guías indican las normas de comportamiento en la embarcación en todo momento tanto para la seguridad como para facilitar la observación a todos los pasajeros.
Una vez se llega a una distancia de seguridad prudencial respecto a la ballena, se apagan los motores y el silencio sepulcral tan sólo es roto por las exclamaciones de admiración de los pasajeros al ver la silueta de la ballena que se acerca, curiosa, hasta el bote. Los comentarios se multiplican cuando se avista a la cría e incluso irrumpen en aplausos cuando la madre saca la cola o salta. Se trata de una especie muy extrovertida y juguetona y no escatimará en dejarse ver. Incluso las callosidades córneas de la cabeza que le sirven de fotomarcador a cada individuo a modo de huella digital. En estos momentos de máxima excitación es cuando hay que guardar la calma y por supuesto no meter la mano en el agua ni tocar a los animales. El silencio momentáneo será roto por la batería de clicks de las cámaras ante una nueva ballena. Y otra.
De regreso al puerto las caras de satisfacción del pasaje lo dicen todo.
Y llegados a este punto espero que os haya despertado las ganas de whalewatching (y no sólo ballenas en el paraíso faunístico de este rincón patagónico), quiero recomendaros la empresa local Coiron Viajes para conocer a fondo la Patagonia.

MEJOR ÉPOCA: Las ballenas francas están en Península Valdés desde mediados de Julio a mediados de Diciembre.
Y a Patagonia volveré pronto con más post de Península Valdés y del parque nacional Los Glaciares...

sábado, 9 de octubre de 2010

La Selva de Iguazú

Es cierto que cuando uno decide ir a Iguazú lo hace atraído por el poderoso imán de las cataratas. Piensa en llegar aquí para asomarse al mirador desde el que mejor se vean. Cuando uno ya está aquí, se da cuenta que los miradores son muchos, afortunadamente, y que las formas de contemplar Iguazú no son las de un simple balcón. En los post de días pasados he ido acercando las diferentes posibilidades para disfrutar al máximo este paraíso natural tanto desde el lado brasileño como desde el lado argentino (y espero haberlo conseguido). No me resisto a invitar a todo el que pueda a que se acerque a unas cataratas que deben estar en el currículo de cualquier ecoturista; de la misma forma que tampoco me resisto a mostraros hoy a la selva olvidada a la que dedico el último de esta serie de post sobre Iguazú.

Y es que Iguazú no es sólo agua, es también selva, y de la buena. A ambos márgenes del río crece una densa selva subtropical formada por bosque húmedo en perfecto estado de conservación y repleta de vida salvaje. Una selva olvidada porque muy pocos son los que guardan una mañana o una tarde para pasear por ella al programar su visita al parque nacional pero muy pocos son también los que cuando descubren la posibilidad de conocer alguno de los senderos, se marchan sin hacerlo. En el parque nacional existen varios senderos que se internan en el bosque para conocer la flora y fauna de Iguazú. Como siempre también a ambos lados de la frontera.
En el lado argentino se encuentran el sendero Verde y el sendero Macuco. Hay un sendero más: el sendero Yacaratia, pero en realidad se trata de una pista que se recorre en camiones todo terreno abiertos.
El sendero Verde transcurre paralelo al tren ecológico y está concebido como una alternativa para quienes prefieran caminar 15 minutos en lugar de tomar el tren entre las paradas de la estación Cataratas y la estación Central. También es una manera más saludable de ahorrarse las colas que suele haber en el tren y caminar acompañados por los abundantes coatíes que campean a sus anchas por este sendero y los alrededores de las pasarelas.
El sendero Macuco ya es otra cosa. Un recorrido de 7,4 kilómetros ida y vuelta y que se adentra por el corazón de la selva de esta porción de la provincia de Misiones formada por un bosque subtropical con más de 2.000 especies vegetales (guatambú blanco, incienso, ceibo, ybirá pitá, timbó, rabo molle, curupay, laurel blanco, o la palmera pindó, entre otros). Este sendero antiguamente empleado para la extinguida actividad de explotación maderera, es idóneo para recorrer sin prisas, prismático y cámara de fotos en mano para conocer el hábitat de jaguares (yaguaratés), ocelotes, monos carayá, osos hormigueros, osos meleros, tapires, tucanes e infinidad de mariposas y otras aves (más de 400 especies) de todos los colores y tamaños. También para escuchar la selva. El broche final del sendero, como no podía ser menos, es un bello salto de agua con poza incluida: el salto Arrechea.


Por lo que respecta a los senderos brasileños, existen tres principales: Poço Preto (pozo negro), Bananera y Linha Martins.

El sendero Pozo Negro comienza con un puente colgante y se adentra 9 kilómetros en la selva para finalizar junto a la laguna de Pozo Negro, donde existe un observatorio de aves y viven diferentes especies de animales acuáticos como el gigantesco roedor llamado carpincho. La empresa que ofrece el sendero guiado realiza la vuelta navegando por el río y ofreciendo la posibilidad de probar kayaks o ducks. Durante el regreso realizan paradas ornitológicas en islas situadas sobre el curso del Iguazú como el archipiélago de las Tacuaras y la isla de los Papagayos. Total 4 horas.

El sendero de la Bananera y el sendero Linha Martins, ambos de características similares al anterior pero de sólo 1,6 km y una hora y media de duración para el primero y de 4 km. 2,5 horas para el segundo.


viernes, 8 de octubre de 2010

IGUAZÚ, la Garganta del Diablo

 
Un nombre tan amedrentador no esconde sino belleza. La Garganta del Diablo es el topónimo con el que se conoce la cascada de mayor caudal de las existentes en las Cataratas de Iguazú. No se si fueron los conquistadores bajo el mando del español Alvar Núñez Cabeza de Vaca cuando las contemplaron por primera vez para los ojos de un europeo en 1542 quienes decidieron bautizarla de forma tan categórica, pero lo que si está claro es que a quien fuese el autor, como al millón de visitantes que cada año se acercan a este parque nacional, mucho respeto le impuso.

La garganta del Diablo es en realidad el principal brazo de la falla de Iguazú por la que se desploman las cataratas. Se trata de un profundo cañón que de forma incesante va labrando la erosión fluvial originada por la tremenda fuerza de los saltos situados en su cabecera. Por este lugar se desploma buena parte del caudal del río Iguazú formando una serie de saltos espectaculares como el Salto Unión, Mitre y el Salto Floriano, a los que se unen otros saltos importantes en los flancos de la garganta (Santa María, Tres Mosqueteros, Dos Mosqueteros, etc.). Existe un sendero que mediante pasarelas permite acercarse desde el lado argentino hasta el mirador situado en el Salto Unión. La excursión (2 h.) es en realidad más completa, pues incluye un Tren Ecológico o Tren de la Selva que durante unos 20 minutos se adentra en el tupido bosque subtropical húmedo de las orillas del Iguazú para comunicar la estación Cataratas –de donde parte- con la Estación Garganta del Diablo –de donde arranca el sendero-. El paseo en tren -aunque cargado de visitantes- ya vale la pena.

El sendero de 2,2 km. está perfectamente acondicionado y permite “levitar” sobre las aguas gracias a su diseño a modo de pasarela sobre el río. De la fuerza del río en época de lluvias dan buena cuenta los restos de pasarelas anteriores arrastradas por las crecidas -como la del 92- en otros puntos del río. Este sendero-pasarela permite caminar enlazando pequeños islotes cubiertos de vegetación. En la cubierta forestal de estas islas es posible disfrutar con la presencia de infinidad de aves, mariposas y si estamos atentos seguro veremos algún caimán o yacaré negro (foto abajo) descansando o tomando el sol en las orillas.
 

Al final del sendero hallamos el premio buscado, una impresionante pano
rámica de los saltos en forma de herradura y la garganta del Diablo. La llovizna originada por el vapor de agua es una constante, así que no es raro observar a los visitantes directamente en bañador, despojados de la habitual capa de agua, que con el viento que forma el remolino del Salto Unión estorba más que tapa cuando uno se sitúa al borde del mirador. Veremos volar pequeños pájaros de forma incesante. Son los simpáticos vencejos pardos o vencejos de cascada así llamados porque sitúan sus nidos detrás de la cortina de agua.
 

jueves, 7 de octubre de 2010

Iguazú. Por las pasarelas argentinas


Si ayer dábamos un completo paseo por los miradores del lado brasileño, hoy cruzamos la frontera para vivir las cataratas de Iguazú no frente a ellas, sino desde dentro. Bienvenidos a Argentina.
Y no me refiero a la excursión en lancha que navega debajo de los saltos de agua y ofrece espectáculo, cataratas y ducha por el mismo precio, sino la tranquila red de senderos con pasarelas que permiten al visitante acercarse hasta los saltos. Están repartidas entre el circuito inferior, el circuito superior, circuito isla de San Martín, y el sendero de la Garganta del Diablo. Cada uno de unas dos horas de duración. Todos impresionantes y de gran belleza.

El circuito inferior y el de la isla de San Martín son quizá los más costosos no por dificultad (todos son sencillos) sino por requerir salvar pequeños desniveles que en un ambiente de bosque tropical húmedo la temperatura y la humedad ambiental los hacen más empinados de lo realmente son. Para el circuito de la isla de San Martín se requiere además tomar la embarcación que permite cruzar a la isla (sin coste adicional) desde el embarcadero del circuito inferior. Al mirador principal se accede por una escalinata de 170 peldaños que llevan a un mirador de primer orden frente a los saltos San Martín y Bosetti (un recorrido de 650 metros).

El circuito inferior es el que mejor permite disfrutar las cataratas a pie desde dentro, ya que los miradores se encuentran prácticamente debajo de los saltos. Remojón garantizado.
Es un sendero circular de 1,7 km. con inicio y final en la plazoleta Dos Hermanas y se acerca hasta los bellos saltos de San Martín, Alvar Núñez, Dos Hermanas y Bosetti, entre otros.


El circuito superior es algo más corto que el resto (1 h.) y presenta la ventaja de la ausencia de desnivel. Su espectacularidad radica en que alterna los tramos de pasarela por el borde superior de las cataratas -ofreciendo panorámicas laterales de los saltos de agua-, con tramos sobre el agua. El agua pasa bajo los pies del visitante para a continuación precipitarse al vacío, perspectiva que ofrece una sensación difícil de describir. Literalmente el visitante se encuentra al borde del abismo.
Es un sendero de ida y vuelta de 1,3 kilómetros en total y cuenta con seis miradores para disfrutar respectivamente de los saltos Dos Hermanas, Chico, Ramírez, Bosetti, Adán y Eva, Bernabé Méndez y Mbiguá pero las panorámicas van mucho más allá y permite observar el arco formado por los saltos San Martín, Escondido, Dos Mosqueteros, Rivadavia y Tres Mosqueteros.
Mañana nos acercaremos a la joya de la corona de Iguazú, la impresionante Garganta del Diablo. Preparad el bañador…