lunes, 31 de enero de 2011

Safari en elefante africano junto a las Cataratas Victoria


Desde aquí arriba África se ve diferente. No todos los días uno tiene la oportunidad de subirse a lomos del mayor animal terrestre del planeta, el elefante africano, para realizar un safari fotográfico. Es el mejor 4x4 y el auténtico rey de la selva. El resto de los animales lo saben y por eso él se acerca a todos y todos le respetan. Es la mejor manera de tener un encuentro africano sin distorsionar el ambiente con ruidos de motores. También ofrece una perspectiva distinta. Es la propuesta que se puede realizar en varios lugares de África y que yo tuve ocasión de poner en práctica en Zambia, junto a las cataratas Victoria. También se ofrece en el lado de Zimbabwe.




La experiencia como tal dura 3 horas (bien por la mañana o bien por la tarde). Dos de ellas se dedican interactuar con la especie, tocarlos, conocerlos, video explicativo, normas de seguridad, comportamiento (el nuestro y el del elefante), etc. El resto del tiempo se emplea en realizar un paseo subido al elefante y poder así observar la fauna salvaje del entorno de las Cataratas Victoria: gacelas, jirafas, ñúes, jabalíes, búfalos, elefantes salvajes, y un largo etcétera de especies saldrán al encuentro del elefante. En las inmediaciones del río Zambeze, en cuya orilla se realiza el safari, podemos encontrar también hipopótamos y cocodrilos, además de una gran variedad de aves.



Cada vez más se busca y ofrece el encuentro cercano con la fauna salvaje. Ofrecer al visitante la oportunidad de interaccionar con especies que en principio uno siempre ve en fotos o como mucho desde la seguridad de un vehículo 4x4. Tal es el caso del elefante africano y del guepardo o el caracal (también en la zona). Suelen ser centros de recuperación, estudio o manejo de la especie. No son vivencias baratas (150 dólares en el lado de Zambia y 110 dólares en el lado de Zimbabwe para el caso del elefante), pero también es cierto que son oportunidades que no se presentan todos los días. En el próximo post os contaré otro de estos encuentros, el que hoy por hoy ha sido mi mejor experiencia africana…

viernes, 28 de enero de 2011

Navegando el Zambeze en la Reina de África


Una de las obras del cine clásico es sin duda La Reina de África. Humphrey Bogart lleva a bordo de su destartalada embarcación a Katharine Hepburn por el río Zambeze desafiando constantemente a la naturaleza y salvando mil y un peligros. Una de las escenas más sublimes es cuando llegan al borde mismo de las Cataratas Victoria.


En la actualidad es posible vivir la experiencia de navegar por el Zambeze, pero a bordo de un barco infinitamente más cómodo y preparado para disfrutar de una agradable paseo realizando safaris fotográficos desde cualquiera de sus dos cubiertas. El legado de esa experiencia fluvial vivida por los protagonistas de la película se ha mantenido también en el nombre del barco, La Reina de África, que en la actualidad transporta a quienes se acercan hasta las cataratas y deciden pasar media jornada de ensueño en el mítico río Zambeze.



The African Queen cuenta también con su hermana gemela The African Princess, que realiza el mismo recorrido. Lo más habitual es realizar un safari fotográfico de 1-2 horas por el río mientras se disfruta de un buen buffet con barra libre, muy cerca del enorme tajo por el que se descuelgan las cataratas Victoria pero un tramo sin peligro, próximo a  la ciudad de Livingstone, en Zambia. Durante la navegación se pueden contemplar infinidad de especies de fauna africana, pero a buen seguro llamarán la atención desde la cubierta los cocodrilos, hipopótamos, monos, y las jirafas y elefantes que sobresalen de vez en cuando entre la densa vegetación de ribera aparte de un buen número de aves palustres y zancudas que viven en el río, como diversas especies de martín pescador, cormoranes, garzas, jacanas, etc. También diferentes especies de abejarucos (foto).




No son las únicas embarcaciones que navegan esta parte del río que exploró el doctor Livingstone en 1855, pero si las de mayor tamaño. Aguas abajo, hasta el borde de las cataratas, se acercan barcas más pequeñas, con mayor maniobrabilidad y de menor calado.

miércoles, 26 de enero de 2011

Las Cataratas Victoria desde los miradores


Mirador en el salto del Arco Iris. Zambia

Después de la extraordinaria visión de conjunto de las cataratas y la experiencia del helicóptero, las mejores panorámicas de los saltos de agua se disfrutan, como no puede ser menos, con los pies en la tierra, situándonos frente al sonoro espectáculo.
Para ello existe un sendero que recorre de lado a lado las cataratas en su parte meridional, enfrente de la brecha. En realidad son dos senderos, uno accesible desde la parte de Zimbabwe y otro desde la vertiente de Zambia. Al pertenecer a diferentes países se trata también de distintos espacios naturales protegidos. En realidad el área es similar pero se llama Parque nacional Vitoria Falls (Zimbabwe) y Parque nacional Mosi oa tunya (Zambia). Ambas engloban su lado de las Cataratas Victoria si bien la primera se prolonga aguas abajo y la segunda aguas arriba.
En total aproximadamente 2 kilómetros de sendero con miradores para el que debemos emplear un par de horas en el lado de Zimbabwe y una hora en Zambia. A pesar de lo que pueda parecer, la catarata tiene una caída horizontal hacia Zimbabwe casi inapreciable pero suficiente para que fuera de época de lluvias (septiembre a diciembre) el lado de Zambia puede llegar casi a secarse.
Salto principal desde Zimbabwe


El acceso a la senda de Zimbabwe se realiza desde la localidad de Victoria Falls y comienza al pie de la margen derecha natural del río Zambezi, en el mismo lugar en el que existe una estatua de Livingstone de tamaño considerable y color dorado y desde el que se disfruta de una visión sobrecogedora lateral del enorme tajo. A partir de este punto la senda cuenta con un puñado de miradores. Seis frente al salto del Diablo y la isla de las Cataratas, cuatro más frente al salto Principal y la isla Livingstone, hacia la mitad de las cataratas. Un mirador más frente al salto Herradura, otros dos frente al salto del Arco Iris y un último balcón sobre el cañón del Zambezi completan el estupendo panorama.
Primero de los miradores del lado de Zimbabwe


Desde Zambia se tiene justo la visión contraria. A falta de estatua de Livingstone, el descubridor de las cataratas, cuenta con un museo dedicado al personaje en la población de acceso al parque nacional y que también lleva el nombre del explorador.
 Zambia ofrece media docena de miradores. Tres podemos verlos sin mojarnos disfrutando de la visión lateral. El primero por cierto desde la orilla del río, justo antes de que se desplome en el colosal salto de casi 100 metros de altitud. También en este punto del río, cuando el caudal lo permite, se accede hasta una piscina natural poco profunda en medio del río y en los últimos años se ofrece la experiencia de asomarse al abismo sujeto por los pies por las manos del guía. Uno se aferra al borde de la catarata como cuando se agarra al bordillo de la piscina… pero a lo bestia. No he tenido la suerte de hacerlo personalmente pues la media docena de veces que he estado por aquí ha sido con un buen caudal de aguas… lo tengo muy, muy pendiente. Y os lo contaré, claro.

Hacia el mirador del Arco Iris, en Zambia

Livingstone descubrió las Cataratas Victoria en su pirmera expedición, en 1855.

Una pequeña pasarela, a la que se llega después de descender una especie de escalinata natural entre la selva, permite acceder al resto de miradores desde la vertiente de Zambia. Para llegar allí os mojaréis seguro, en mayor o menor medida según la época del año y la fuerza de la caída de agua. Ésta al caer produce un rebufo ascendente en forma de vapor de agua (“la humareda que ruge” o “el humo que truena” ya sabéis) y es lo que produce esa fin llovizna que nos empapará durante unos metros. La temperatura hace que casi se agradezca pero cuidado con los equipos de fotografía. La cantidad de agua que nos espera en esa lluvia la sabremos ya en el tercer mirador en función de cómo suben de empapados la suave escalinata los visitantes que regresan de la pasarela. Un factor fiable es también el número de personas que alquilan las capas de agua antes de bajar la escalinata… llegados a este punto os recomiendo para visitar las cataratas (en sus dos vertientes) chanclas de piscina o zapatillas de agua y una capa de agua. Un paraguas es también válido. Una funda o protector para las cámaras es muy útil pues para acceder como digo a ciertos miradores y en función también de la brisa, hay que tener en cuenta la “llovizna”.
Mirador Arco Iris, en Zambia.


El último de los miradores se llama “el filo de la navaja”. Su ubicación sobre el cañón del Zambezi y el puente de hierro que une ambos países no deja lugar a dudas. Se puede pasar caminando por el puente de un país a otro. En medio está la aduana y hemos de pagar el correspondiente visado de entrada/salida en función del país.
Los balcones del lado de Zambia ofrecen, si el cielo lo permite, una experiencia única: disfrutar del atardecer africano con la cortina de agua procedente de las cataratas como único compañero. Una postal mucha veces soñada. Diana, fiel seguidora del blog, lo sabe bien y cataloga este momento como “su momento africano más inolvidable”. Razón no le falta.

El atardecer desde la vertiente de Zambia es una experiencia inolvidable.

martes, 25 de enero de 2011

Las islas Galápagos nacieron en un pueblo de Soria


La colegiata de Berlanga de Duero, en Soria, es fría, sobria, quizá más austera que otras en cuanto a ornamentación pero soberbia como todas las colegiatas. Este templo, fundado por los duques de Frías en el pueblo que presume de haber contado con el mismísimo Cid Campeador como primer alcalde, data del siglo XVI y en su interior destacan, entre otras cosas, las bóvedas de crucería estrellada. Pero no es el arte lo que me ha llevado hasta esta localidad Soriana, sino algo, cuanto menos, original.
Junto a la puerta, en uno de los muros, descansa en paz aunque colgado cabeza abajo, un caimán traído desde Las Américas por quien a su vez me ha traído hasta aquí: Fray Tomás de Berlanga. Os cuento:
Cosas de la vida, nacía en el seno de una familia agricultora de esta población castellana, ubicada a más de 300 kilómetros del mar más cercano, el personaje que iba a poner en el mapa el paraíso natural por excelencia: las islas Galápagos. Sí, no me he vuelto loco.

Caimán de Fray Tomás, colegiata Berlanga de Duero


Fue a comienzos del siglo XVI cuando Tomás Martínez Gómez abrazó la Orden Dominica siguiendo los pasos de Santo Domingo de Guzmán y, tras formarse en la también soriana localidad de El Burgo de Osma y en la universidad de Salamanca, se embarcó en la segunda expedición dominica rumbo a la isla La Española (1510). A partir de ese momento Fray Tomás ligó su vida al Nuevo Mundo, primero en México y finalmente durante 14 años como Obispo de Panamá.
En 1535 viajaba a Lima para mediar entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro cuando una terrible calma total, tan temida por los navegantes, le derivó hacia una tierra desconocida en la que vivían tortugas de un tamaño descomunal. Acababa de descubrir el archipiélago de las Galápagos.
Así que ya sabéis, las islas Galápagos nacieron… en Berlanga de Duero, un pueblo de Soria. Bueno en realidad fue su descubridor, pero a la postre es como si tuvieran en cierta medida aquí algo de su partida de nacimiento. Tampoco es de extrañar en una época en que algunos de los mejores navegantes salieron de localidades interiores (cuando las comunicaciones y los transportes no eran los de ahora ni mucho menos) en un país en el que el Archivo General de la Marina está… en Sierra Morena (Ciudad Real).

Iguana terrestre

Hoy permanece en el interior de la Colegiata de Berlanga de Duero, aparte de los restos de Fray Tomás, el célebre caimán disecado que éste trajo de Panamá, apodado por los lugareños como “el ardacho”. Fuera, una merecida estatua a su berlangués más sobresaliente y, calle abajo, la casa donde un día de 1487 vino al mundo el descubridor de las islas que sirvieron, entre otras cosas, al naturalista Charles Darwin para elaborar la teoría más influyente de la biología.

Comienzo con este, cuanto menos, curioso reportaje una nueva sección en el blog para rendir mi particular homenaje a quienes de una forma u otra han dedicado su vida a la naturaleza. Desde Livingstone a Dian Fossey, pasando por el propio Darwin o Jane Goodall, muchas personas han sido y son parte de la historia de la naturaleza y la vida salvaje. Sin ellos no habría sido posible. O lo hubiera sido, pero de otro modo, así que yo os voy a contar el que fue.
Fray Tomás de Berlanga estudio ciencias naturales en Salamanca pero aunque su objetivo en la vida no era dedicarse a la naturaleza he querido comenzar estar historias con la suya, protagonista de un escenario natural de primer orden.
Y el objetivo de esta sección es también y sobretodo, descubriros un destino ecoturístico y lo que en él se puede visitar vinculado al personaje y ligado a sus valores naturales. Os invito pues a comenzar hoy un viaje a través de este “diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo al que le hubiera gustado ir en el Beagle”, es decir, un servidor.
Lo que en las Galápagos hay (físicamente) dedicado a Fray Tomás es poco. Todo lo contrario ocurre con el embajador por excelencia de las islas Galápagos: Charles Darwin.

Gaviota de cola bifurcada y piquero enmascarado

Las islas Galápagos o archipiélago de Colón son también conocidas como las islas Encantadas. Emergen a casi 1.000 kilómetros de la costa de Ecuador y desde su declaración como parque nacional en 1959, suponen un destino científico y ecoturístico de relevancia internacional que es posible visitar a bordo de un crucero. A falta de hoteles en las islas son muchos los barcos que ofrecen cruceros de varios días recomendable (5, 8 ó 15) de navegación para recorrer las diferentes islas del archipiélago. ¿Qué islas se visitan y qué se ve?
Cada isla es un arca de Noé, un museo viviente al aire libre con el más extenso catálogo de especies de flora y fauna. Endemismos en la mayoría de los casos. Pero os comento lo más relevante de cada una de las islas principales:

Baltra. Es el inicio y final de la mayoría de cruceros pues posee el principal aeropuerto de entrada a las islas desde el continente.

Española: piqueros de patas azules y piqueros enmascarados. Albatros endémicos, tortugas gigantes, leones marinos, iguanas marinas, etc.

Bartolomé: pingüinos de Galápagos, lobos marinos, tiburones, etc.

Fernandina: cormorán no volador, pingüino de Galápagos, iguanas marinas y terrestres, leones marinos, etc.

Floreana: tortugas marinas, rayas y numerosas especies marinas. Paraíso del buceo.

Genovesa: piquero de patas rojas, piqueros enmascarados, tiburones martillo, leones marinos, cuatro especies de pinzones, etc.

Isabela: piqueros de patas azules, cormorán no volador, iguanas terrestres y la mayor población de tortugas gigantes terrestres, entre otras muchas especies.

Seymour Norte: piqueros de patas azules, fragats, pájaros tropicales (gaviotas de cola bifurcada), iguanas marinas, leones marinos, etc.

San Cristóbal: piqueros enmascarados, piqueros patas azules, fragatas, lobos marinos, condrictios y cetáceos.

Santa Cruz: infinidad de especies de aves (paraíso ornitológico), leones marinos, tortugas marinas, iguanas terrestres y marinas.

Plaza Sur: Pájaro tropical, piquero de patas azules, piqueros enmascarados, fragatas, pelícanos, iguanas terrestres, tortugas marinas, condrictios, etc.

El autor

lunes, 24 de enero de 2011

Cataratas Victoria, el vuelo de los ángeles


Hoy comienzo una serie de post con gran emoción sobre uno de los lugares más imponentes del planeta: Las Cataratas Victoria. Os acercaré hasta ellas en su orilla de Zambia y la de Zimbabwe para compartir con vosotros este paraíso del mundo tal y como he tenido la fortuna de visitar en 6 ocasiones... y espero que algunas más.


Abro la serie en la vertiente de Zambia y desde las alturas, en un helicóptero. Pocas veces un nombre de una excursión turística se ajusta tanto a lo que ofrece. El Vuelo de los Ángeles es, efectivamente, lo que se siente cuando uno decide (previo pago de unos 120 dólares) subirse a uno de los helicópteros que realizan vuelos panorámicos sobrevolando las Cataratas Victoria entre Zambia y Zimbabwe. La experiencia dura unos 12-13 minutos pero nunca han estado mejor invertidos 10 dólares por minuto. El sobrevuelo incluye acompañar al río Zambeze corriente abajo hasta la enorme falla del terreno por la que se desploma formando el salto de agua más grande del mundo. No el más alto (100 metros), pero si el más grande (ancho). En ningún otro lado del planeta se origina una cortina de agua de 1.708 metros de anchura ininterrumpida. Iguazú cuenta con muchas más cascadas pero no posee ninguna de ellas de esas dimensiones. Estamos pues en la mayor catarata del mundo.

Tal volumen de agua genera al final de la época de lluvias, en mayo, un caudal de más de 500 millones de litros de agua ¡¡por segundo!!. La columna de vapor de agua que levanta y que le valió el bautizo con el nombre de mosi oa tunya (“la humareda que ruge”), que es como los habitantes locales se referían a ella cuando Livingstone llegó a estas tierras en su primera expedición en 1855, supera los 1.000 metros de altura.

El sobrevuelo de las Cataratas también se ofrece ultraligero (el precio es el doble). En las Cataratas Victoria también se ofrecen diferentes tipos de safari en torno al río Zambeze y sus orillas tanto en Zambia como en Zimbabwe –de los que daré buena cuenta en otros post-, pero en la vertiente de Zimbabwe se ofrece otra interesante actividad –naturaleza y adrenalina jamás han ido tan unidas- que como experiencia personal es el safari más inolvidable de mi vida…, también os lo contaré en breve. Sorpresa.

viernes, 21 de enero de 2011

Parque nacional Arikok, Aruba


Fue precisamente a primeros de un mes de enero, el de 2004, cuando fui por primera vez a Aruba. Era la época futbolística del Barcelona de los holandeses (como han cambiado las cosas…) y os preguntaréis, como es lógico, ¿a cuento de qué os digo ahora esto? Pues uno de mis clientes, una empresa con sede en Barcelona, andaba buscando destino diferente para su viaje de incentivo anual y como por aquella época sonaba mucho por la Ciudad Condal (al menos eso fue lo que me dijo; yo vivía en Madrid) como magnífico lugar de vacaciones para alguno de esos holandeses la isla de Aruba pues… allá que me mandaron! A conocer y examinar a fondo las posibilidades de la isla para un futuro viaje a esta isla de las Antillas Neerlandesas.

Fue así como llegué a una isla a la que, en principio, no tenía pensado ir (al menos a corto plazo). Al pisar Oranjestad, la capital, me recibieron y trataron las autoridades turísticas por todo lo alto, dicho sea de paso (y agradecido que sigo). También para ellos era noticia que estuvieran en el punto de mira como destino de incentivos...


Venía directamente de recorrer la Reserva de la Biosfera de Sian Kaan en la península de Yucatán, donde las distancias son grandes y me sorprendió nada más aterrizar desde Cancún, en primer lugar el tamaño de la isla. Una isla muy pequeña (40 kilómetros de largo por 8 kilómetros de ancho), enclavada en el Caribe frente a la costa de Venezuela. Las buenas comunicaciones hacen además muy fácil moverse por ella. Me llamó la atención como una mitad de la isla está bastante edificada (occidental) y la otra casi virgen (oriental). También me llamó la atención el papiamento (su lengua oficial, que por cierto algo de español tiene…).


Fue así como descubrí el parque nacional Arikok. Se trata de un parque nacional semidesértico que ocupa casi el 20% de la isla de Aruba. Está situado en la vertiente oriental. Antaño habitado por los indios Arawak (que han dejado entre otras cosas manifestaciones pictóricas en abrigos naturales y cuevas como en el caso de la Cueva Fontein, en la foto). La flora y la fauna son muy particulares. Diferentes a la imagen tropical y exuberante que habitualmente tenemos de las islas caribeñas. Abundan las cactáceas de diferentes especies y la isla es productor mundial de Aloe vera. Es importante la existencia de fósiles y microfósiles vegetales.


Respecto a la fauna, ésta es generosa en reptiles (como la curiosa lagartija verde que me recibió a la entrada, iguanas y serpientes), y sobretodo aves.

El parque se recorre con facilidad mediante la red de caminos y senderos que lo atraviesan desde el mar hasta su punto más alto, casi en el centro de la isla: las colinas Jamanota (188 m.). También se recorre en 4x4 y es así como se llega por ejemplo al litoral en el que abundan las dunas y alguna playa –pocas en relación a la otra mitad de la isla- como los parajes de Dos Playas y Boca Prins (fotos), muy cerca de Fontein cave, y también a las piscinas naturales (más expuestas al oleaje) llamadas Conchi. Todo el uso público y los lugares de interés se concentran en la mitad septentrional del parque, al que se accede por carretera desde Santa Cruz. En la entrada (acceso San Fuego) existe un centro de información del parque nacional.

martes, 18 de enero de 2011

Bazaruto, paraíso entre delfines


Salir al mar para ver delfines siempre es agradable y simpático. Si además lo hacemos en el parque nacional del archipiélago de Bazaruto, el resultado es paradisíaco. Frente a la costa de Mozambique, en el enorme brazo de mar que separa el sur del continente africano de la isla de Madagascar, es decir, el Canal de Mozambique, se dispersan un puñado de islas de forma paralela al litoral. Uno de este conjunto de islas es el archipiélago de Bazaruto, frente a Vilanculos.

Bazaruto es parque nacional marítimo terrestre desde 1971 y está formado por cinco islas a cada cual más espectacular (Bazaruto, Santa Carolina o isla Paraíso, Benguerra, Magaruque y Bangue de norte a sur respectivamente). El tópico de playas infinitas y solitarias de arena blanca cegadora bañadas por un mar azul con todas las tonalidades posibles entre turquesa y el esmeralda está aquí representado como en pocos sitios. A Bazaruto llegué casi por casualidad, para conocer el parque y un hotel como complemento al parque nacional Kruger, en Sudáfrica. Lo que no es casualidad es que me impactó de tal forma que volví y es seguro que regresaré.


La isla de mayor superficie, que da nombre al archipiélago, es una especie de pequeño continente de 37 kilómetros de largo por 7 de ancho con una gran cantidad de hábitat desde lagunas saladas y dulces donde habitan cocodrilos y flamencos desde octubre bajo la atenta mirada de las águilas pescadoras, hipopótamos de agua salada –algo muy poco frecuente-, y hasta altísimas dunas de arena inmaculada. En sus manglares vive a gusto el manatí o dugon (el nombre de vaca marina nunca me ha convencido del todo…). A sus playas llegan 5 especies de tortugas marinas para desovar cada año y mar adentro sus aguas están habitadas por tiburones, mantas raya o diferentes especies de cetáceos -desde ballenas jorobadas o australes a delfines- y peces como el marlin o el pez vela. En los arrecifes de coral circundantes, uno de los mejor conservados del mundo, nada menos que 2.000 especies de peces… el 80% de las especies del Indo-Pacífico.
Están presentes 180 especies de aves, que multiplican su densidad desde septiembre a abril con la presencia de zancudas migratorias.

¿Qué que hacen por aquí cocodrilos e hipopótamos? Pues la evidencia de que el litoral de Mozambique estaba en sus áreas de distribución cuando estos cinco pedazos de tierra se disgregaron de la costa hace 10.000 años.
En el parque, de forma sencilla desde el lodge Indigo Bay resort, se organizan salidas para ver cetáceos. Hay que navegar despacio, pues no es raro toparse con alguna tortuga marina. Los delfines no tardan en aparecer y se muestran dóciles y juguetones con la proa del barco. Se trata del delfín mular o delfín de nariz de botella (Tursiops truncatus), el más cosmopolita y común de las 30 especies de delfines existentes, llamado así por la forma que tiene su mandíbula superior más corta que la inferior. Poco tiene que ver con la nariz real pues ésta es en realidad el espiráculo dorsal. Desde la cubierta de la embarcación se observan con facilidad estos grupos (vainas) de 10-12 individuos. Sus cuerpos grises saltan en armonía en la proa del barco dejando ver su tamaño, de 2,5 metros de longitud, sensiblemente menor que el los delfines mulares de aguas más frías, cuyos machos alcanzan los 4 metros de longitud. Valioso como este parque nacional del sur de África.

sábado, 15 de enero de 2011

El baño de los elefantes, un spa bestial


El elefante asiático es por naturaleza, mucho más “dócil” y domesticable que el africano. Es por esto que una de las actividades usuales en países como Tailandia o Nepal sea compartir baño con los paquidermos. Abro un paréntesis para insistir en que este comportamiento benigno en el caso de los asiáticos es con ejemplares domesticados; es decir, cuidado con los elefantes salvajes, ya sean asiáticos o africanos.


En el parque nacional Royal Chitwan, al sur de Nepal, esta actividad se encuentra entre una de las más solicitadas por los visitantes. Pocas veces se tiene la ocasión de darse un baño con ellos. La actividad consiste en participar en su higiene diaria, consistente, entre otras cosas, en un baño en el río. El animal disfruta de lo lindo, especialmente si el día es caluroso.
Hoy, como ocurre con frecuencia en Chitwan, la humedad del río propicia una neblina que por la mañana comenzó como densa niebla. Los cuidadores esperan en la orilla para recibir a los visitantes e indicarles cómo subir al elefante. Previamente podemos meternos en el agua a frotarles su rugoso cuerpo. Una vez en el lomo, sólo queda disfrutar desde esta panorámica elevada del río y cómo se refresca. El cuidador se encargará a buen seguro de contribuir a que nos bañemos también. Basta darle la orden oportuna al paquidermo para que su trompa descargue sobre nuestra cabeza un chorro que ni el mejor spa.


La actividad permite por otra parte un contacto con los animales que nos adentrarán en la selva en busca del tigre y el rinoceronte. Elefante y cuidador serán nuestros anfitriones en los safaris por el parque nacional.


Si vais a Chitwan fijaos si el hotel dispone de elefantes para los safaris, sólo así podréis disfrutar también del baño. De lo contrario, el baño se limita al que se efectúa con los elefantes del centro de recuperación del parque.
Ah!! Se me olvidaba un pequeño detalle, en Chitwan hay cocodrilos pero no suelen acercarse a los paquidermos…

jueves, 13 de enero de 2011

Narajany safari lodge, Chitwan



Parque nacional Royal Chitwan, Nepal.

El parque nacional Royal Chitwan, en Nepal, no se caracteriza de momento por la proliferación de alojamientos (esperemos que se quede así por el bien de la conservación del lugar). Tampoco por la existencia de hoteles de lujo al estilo lodge africano o asiático como en otros destinos de naturaleza y safaris. Dicho esto, una de las mejores opciones en Chitwan es el Narajany safari lodge.




Se trata de un lodge muy bien ubicado, a orillas del río Rapti, y a 40 minutos del aeropuerto de Bharaptur. Es un buen ejemplo de lo que entendemos por un ecolodge. Está gestionado por la comunidad local (el pueblo Tharu) y se ha edificado, sin grandes lujos, con materiales propios de la zona, en bungalows bien integrados en el entorno. Está falto de zonas comunes, pues realmente la vida en el lodge se hace en una única sala que sirve de restaurante, bar y área de relax. A cambio posee una terraza privilegiada con unas panorámicas sobre el río Rapti y el parque nacional en las que uno puede pasarse horas enteras.
Las habitaciones son sencillas pero bastante amplias.


Quizá el punto fuerte del lodge sea el de su respeto al medio ambiente y el del naturalista que se encarga de las charlas, asesorar y acompañar a los clientes en los safaris fotográficos por el parque nacional. Organiza interesantes paseos para ver la flora dentro del recinto del lodge.
El lodge cuenta además con un grupo de elefantes (para realizar los safaris en elefante por el parque) y con los que es posible interactuar en su baño diario en el río.

También especialmente interesante resulta la actividad que ofrecen para visitar el pueblo Tharu subido en carros de bueyes.





Éstas son mis valoraciones:

Situación: 8
Accesos: 7
Tranquilidad: 8
Arquitectura: 7
Ambiente: 6
Habitaciones: 5
Zonas comunes: 2
Gastronomía: 3
Servicio: 5
Servicio guías: 8
Integración Naturaleza: 8

Valoración general: 5-6