martes, 26 de abril de 2011

Chobe Game lodge

Parque nacional Chobe. Botswana


Chobe es un lugar encantador de Botswana, un parque nacional de ensueño con el río del mismo nombre como eje vertebral y la población más abundante –junto a la de Amboseli, en Kenia- de elefante africano. A orillas del río se encuentra este precioso lodge, un hotel cuatro estrellas, pero el único que se ubica dentro del parque nacional. Estar dentro del parque le permite, entre otras cosas, poder realizar los safaris de mañana antes de que lleguen otros coches con los visitantes que han dormido en alguno de los pocos alojamientos en la periferia del parque nacional, ya que éstos no pueden ingresar al parque hasta la apertura de la puerta. Para entonces, contando con los veinte minutos que se tarda en llegar al río, podemos habernos perdido alguna escena interesante de safari, como por ejemplo el encuentro con el príncipe de África: el leopardo. Al despuntar el alba los leopardos utilizan las pistas y caminos cercanos a la orilla del río para regresar a su árbol y disponerse a dormir hasta el momento del atardecer. De nuevo Chobe Game Lodge posee la ventaja de la ubicación en esos momentos cruciales para ver leopardo.



El alojamiento es acogedor. Tiene habitaciones cómodas y amplias, recién reformadas y comunicadas a unas zonas ajardinadas en las que es fácil encontrar diferentes animales como los facóqueros (foto) buscando alimento en la misma puerta de la habitación. El alojamiento es en concepto todo incluido. También las bebidas del bar, así que ya no hay excusa para tomarse una copa junto al fuego de la boma por la noche. Tiene también una piscina interesante y unas zonas comunes muy sencillas. En definitiva 4 estrellas bien merecidas y una relación calidad precio muy buena.


En cuanto a las actividades, aparte de los safaris en todo terreno, están incluidos los safaris en barca por el río Chobe, que son realmente inolvidables: manadas de elefantes bebiendo y bañándose, águilas pescadoras, balanos, cocodrilos, hipopótamos y un sinfín de aves acuáticas, especialmente zancudas, y varias especies de martín pescador. El programa idóneo es realizar safari en 4x4 por la mañana y al atardecer y a primera hora de la tarde un safari en barca. Mucho que ver en este parque para el que necesitaremos al menos un par de noches y que está ubicado a mitad de camino entre el Delta del Okavango (lindante también con la reserva Moremi) y las Cataratas Victoria por las que se desploma el río Zambezi después de recibir el caudal del río Chobe.




Éstas son mis valoraciones:

Situación: 10
Accesos: 7
Tranquilidad: 8
Arquitectura: 8
Ambiente: 8
Habitaciones: 7
Zonas comunes: 7
Gastronomía: 6
Servicio: 8
Servicio guías: 6
Integración Naturaleza: 8

Valoración general: 8
web lodge

miércoles, 20 de abril de 2011

Valle de Rutor, una joya alpina escondida en Aosta

Lagos de Seracs

El paisaje alpino es siempre sorprendente y la sugerencia de hoy es una propuesta ecoturística de altura. Cascadas espectaculares, densos bosques de frondosas y coníferas, lagos de montaña, glaciares y las siluetas inconfundibles del macizo del Mont Blanc, con cimas como los Jorasses (4.210 m.) o el propio Mont Blanc, ex techo europeo con 4.808 m. (foto abajo). Un paisaje que resume en un corto recorrido todos y cada uno de los recursos geológicos y biológicos de los Alpes y que es posible descubrir si estamos en buena forma en una sola jornada senderista de dificultad media.

Mont Blanc


La propuesta se centra concretamente en un espectacular valle italiano, muy cerca de la frontera francesa. En el valle de Aosta, Italia, muy cerca de Cormayeur se encuentra el pueblecito de Le Thuile. Desde esta aldea alpina parte una carretera río Rutor arriba hasta una gran área recreativa de la que parte el sendero (bien señalizado como ruta 2) que conduce hasta las alturas del Valle de Rutor. Animaos si vais por allí y vuestras cámaras de fotos lo agradecerán. A los veinte minutos ya aparece la primera cascada y se tardan 5-6 horas ida y vuelta hasta los lagos de Seracs (foto apertura) y Rutor, pero bien valen la pena. Impresionantes panorámicas del Mont Blanc.
Si Heidi lo descubriera, se mudaría.



lunes, 18 de abril de 2011

La cebra de Grevy


La cebra de Grevy (Equus grevyi) es la más esbelta y bella de las cebras africanas. Posee un aspecto de asno robusto más marcado que la cebra común pero el patrón del dibujo de rayas blancas y negras, mucho más fino que el resto, le otorga un porte engañoso, más esbelto. Es la mayor de las cebras y también la más dócil. Posee aparte del característico dibujo de muchas rayas muy delgadas y verticales, unas orejas grandes y redondeadas. Es una de las presas favoritas de leones y leopardos, también de las hienas, por lo que hemos de estar atentos durante los safaris fotográficos a la presencia cercana de estos felinos a los grupos en los que en ocasiones, también aparecen gacelas.



Encontramos esta especie con facilidad en los parques y reservas en las que está presente, al sur de Etiopía y norte de Kenia, donde halla el hábitat de llanuras abiertas y sabana arbustiva árida en zonas semidesérticas. Samburu es un buen ejemplo y uno de los espacios naturales que se ofrecen con asiduidad en las agencias.



No son muy esquivas y podemos acercarnos con facilidad. No es tan dependiente del agua como el resto de cebras por lo que podemos encontrarlas durante los safaris en zonas más alejadas de los ríos y charcas. Las encontramos pastando en pequeños grupos o incluso individuos sueltos (machos), pues en realidad forma grupos más abiertos que la cebra común formados por asociaciones no cohesionadas de 5-10 hembras con 1-2 potros cada una con sus rayas marrón rojizo. En época seca los grupos son más numerosos y superan con facilidad los 200 individuos.


A pesar de tener un comportamiento gregario, cuando llega la época de celo la cosa cambia y se produce un curioso comportamiento en el macho dominante, que no se integra en la manada de hembras ni forma harenes sino que defiende una determinada franja de terreno –el que piensa reúne mejores condiciones como reclamo femenino- de forma muy territorial e intenta la cópula con las hembras que entrar en su territorio. Puede formar manadas mixtas con las cebras comunes pero no llegan a hibridar. Forma grupos abiertos, no tan cerrados como la cebra común.
La primera vez que contemplé una cebra de Grevy fue en la reserva nacional de Shaba y me quedé ensimismado un buen rato contemplando el pijama de rayas pintadas a mano… seguro que os ha pasado u os pasará lo mismo.

Puedes ver más sobre el tema en mi Guía de Safaris Fotográficos en África: Kenia

sábado, 16 de abril de 2011

Garajonay, el paisaje de roca y flores

Parque nacional Garajonay, isla de La Gomera

Roque Agando, el mayor de la isla.

Uno de los elementos geológicos más importantes de la naturaleza canaria son los roques y uno de los enclaves más sobresalientes para observarlos es el parque nacional de Garajonay, en la isla de La Gomera. Allí se encuentra el Monumento Natural de Los Roques, donde se concentran un buen número de estas formaciones volcánicas de porte catedralicio.

Los Roques desde el mirador del Bailadero
Los roques son afloramientos de rocas ácidas (subvolcanes sálicos) que emergen su silueta afilada aportando un sello de identidad al paisaje gomero. En ocasiones estos afloramientos tienen su cima aplanada, con aspecto de tarta; son las llamadas fortalezas y también son características de la isla.

La Fortaleza desde mirador Igualero

Diseminados por la superficie insular gomera, en el extremo sureste del parque nacional parecen haberse puesto de acuerdo para concentrarse los más espectaculares y elevados. Están protegidos como Monumento Natural y son los roques Agando, Ojila y La Zarcita. El más imponente de todos es el Agando (1.251 m.). Observarlos es muy sencillo, basta con acceder al parque nacional desde el norte de la isla, bien desde Hermigua o bien desde la capital, San Sebastián de La Gomera. Diferentes miradores se encargan de mostrarlos en todo su esplendor a pie mismo de carretera.
Uno de estos miradores es el del Bailadero, en la parte alta del barranco de La Laja. Desde él parte una senda de baja dificultad y corta duración (30 minutos) que combina la panorámica sobre los roques con la posibilidad de apreciar el sello de identidad del parque nacional: la vegetación. Desde la xericidad apreciable en los barrancos del sur hasta el verdor de la laurisilva en las alturas de la isla, más prolífica en las orientaciones norte. También, muy cerca del inicio del sendero y en los límites con el bosque de lauráceas, un magnífico ejemplar de cedro canario.
Fuera del parque nacional existen roques interesantes como Pedro y Petra en Hermigua o los roques Cano y Blanco en Vallehermoso.


Flora rupícola

En la parte alta de la vertiente sur de la isla, justo al borde del límite del parque nacional se encuentra el mirador de la ermita de Igualero, camino del valle de Alajeró. Este mirador es el mejor lugar para contemplar la fortaleza de Chipude (Argodey; 1241 m.), que es sin duda la más imponente de cuantas existen en La Gomera. Cumple a la perfección su perfil de montaña con cima de “tarta” y es uno de los puntos más emblemáticos del Paisaje Protegido del Barranco de Orone. Comparte su origen de subvolcánico y su composición a base de rocas ácidas con los roques gomeros pero se diferencia, como comentaba al inicio, en la forma aplanada de su cima.

La Fortaleza de Chipude

Las paredes rocosas desnudas de roques y fortalezas suponen el habitat idóneo para las comunidades de flora rupícolas. Bejeques, verodes, cerrajas y otras plantas crasas crecen aferradas a la pared junto a otras flores y plantas que aprovechan las zonas de mayor o menor insolación según la orientación para sus intereses. Es el caso de los tajinastes azules, madroños, etc. Aparte de flores y arbustos, también tejos y cedros canarios.  En cualquier caso un buen número de endemismos florales canarios e insulares.


Tajinastes azules

jueves, 14 de abril de 2011

Laurisilva canaria en Garajonay

Parque nacional Garajonay, isla de La Gomera

Laurisilva canaria de ladera

Adentrarse en un bosque de niebla siempre es una experiencia intensa para los sentidos. Árboles de troncos retorcidos, musgos por doquier, líquenes colgantes que no hacen sino acentuar el aspecto fantasmagórico de las formas que se adivinan entre la niebla…. ya sea un bosque tropical húmedo o bien, mucho más cerca, un bosque de lauráceas macaronésico… Es lo que podemos vivir y sentir cuando ponemos rumbo a La Gomera con el objeto de adentrarnos en el parque nacional de Garajonay.
En el interior de esta pequeña isla Canaria, en su porción central, crece una densa maraña vegetal formada por el Monteverde de laurisilva y fayal brezal. Una joya botánica de la región Macaronésica conservada en Garajonay como la mejor representación de Canarias. Caminar por el bosque de laurisilva, vegetación relicta del Terciario, es adentrarse en otro mundo.
Laurisilva de valle
Garajonay cuenta con una buena red de senderos


Hubo una época, en la Era Terciaria, en la que los bosques de laurisilva ocupaban buena parte de la cuenca Mediterránea y que hoy están relegados a la región Macaronésica -a la que pertenecen las islas Canarias junto a los archipiélagos de Madeira, Azores, Cabo Verde y las Salvajes-. En la actualidad está presente en las islas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, pues su orografía permite que se den las condiciones ambientales. ¿Por qué?


Cabecera del valle de Hermigua

Porque la humedad oceánica es desplazada por las corrientes del viento Alisio (NE) y al chocar con las montañas en una franja altitudinal en torno a los 500-1.400 metros, la humedad se condensa y se forma la niebla (mar de nubes) causante de la “lluvia horizontal” que alimenta esta selva de laureles.
El bosque de niebla funciona como una gran esponja que atrapa la humedad del alisio y la precipita empapando el suelo en el que crecen fayas, brezos, laureles, palos blancos, acebiños, viñátigos, tiles, etc. en función de si se trata de laurisilva de valle o de ladera. También brezal de cumbre –bien adaptado a las duras y cambiantes condiciones de la hilera de cumbres- o incluso de fayal-brezal, un tipo de bosque de niebla que tolera algo mejor cierta ausencia de humedad ambiental y que correspondería a un estadío de degradación del bosque primario.
Lagarto gomero



En esta franja altitudinal crecen, en esas condiciones de humedad y temperaturas cálidas constantes, el importante ecosistema forestal de bosque de niebla formado por laurisilva y el fayal-brezal. El parque nacional de Garajonay, que alberga la mejor y más extensa representación de laurisilva canaria está declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1986, cinco años después de englobarse en la red de parques nacionales españoles.

La humedad permite el crecimiento de muchas epífitas


Son cuatro pues las comunidades fitosociológicas que crecen en el parque: brezal de monte, laurisilva de ladera, laurisilva de valle y fayal-brezal.
La principal diferencia entre ambos tipos de laurisilva es la inclinación del terreno y su exposición solar. En zonas con mayor inclinación, la laurisilva presenta menor porte pero mayor variedad de especies. Es la llamada laurisilva de ladera y en ella crecen sobretodo laureles, acebiños, fayas y palos blancos. Hay mayor humedad, por lo que proliferan las epífitas (musgos, líquenes). En la laurisilva de valle, la menor inclinación permite a sus árboles alcanzar alturas incluso de 30 metros. Abundan el laurel, viñátigo, el til y el acebiño y, en el estrato arbustivo, los helechos.

Las Mimbreras, en el bosque del Cedro


A La Gomera se llega en avión (muy pocos vuelos) o en barco (muy buena comunicación con el sur de Tenerife y otros puertos canarios). Apenas 30 minutos después de bajar del barco el visitante ya se encuentra dentro del parque nacional. Un área protegida que ocupa la parte alta de la isla, mayor en su vertiente norte, con el Alto de Garajonay 1.500 metros de altitud como punto culminante. Una densa red de senderos recorre el parque nacional. Algunos de los mejores para conocer la laurisilva son los que transcurren por los municipios de Hermigua, Agulo y Vallehermoso. Senderos que exigen buena forma física algunos y otros idóneos para disfrutar en familia, como el de la ermita de Nuestra Señora de Lourdes.

Monteverde gomero y al fondo el Teide (tenerife)


En los paseos por el interior del bosque se pueden ver lisas y lagartos gomeros, aves como las palomas rabiche y turqué,  -todos endemismos- y otras como el pinzón vulgar, el reyezuelo, el mirlo o el gavilán y multitud de insectos. La zona de la ermita es una buena área para que los niños vean algunos de los habitantes del bosque del Cedro, como los pinzones por ejemplo, que se ven con facilidad en este lugar. 
Pero sin duda el principal recurso natural del parque nacional es su riqueza botánica, no en cuanto a número de especies Alrededor de 400 pero si por su alto porcentaje de endemismos canarios, gomeros e incluso locales exclusivos del parque.

Otro de los elementos representativos de La Gomera son los roques y las fortalezas, a los que dedicaré el próximo post.

domingo, 10 de abril de 2011

Volcán Lofia, lava en las antípodas


Al volcán Lofia, en el Pacífico sur, llegué por casualidad. Sin saberlo. Fue hace diez años, cuando estaba en las antípodas cubriendo como prensa el último Camel Trophy que se realizó. Esa edición fue en Tonga y Samoa. El paraíso. Cada semana había una jornada de descanso y durante uno de esos días de confraternización y reposo, la organización de la prueba preparó una visita al volcán Lofia.


Lofia es el nombre del volcán que ocupa la inmensa caldera de Tofua, de 569 metros de altitud. La isla se llama también Tofua, como el punto más elevado de la caldera. Se trata del cono emergente de un volcán submarino. El cráter principal está inundado por un lago de 4 kilómetros de diámetro y cuyo fondo está a sólo 20 metros de altitud (25ºC temperatura del agua). Una pequeña parte del cráter está fuera del agua y posee pequeños conos menores o cráteres secundarios en activo. Ese era el objetivo de aquella ruta a pie, subir hasta el borde de la caldera y luego descender hasta uno de los cráteres secundarios activos en los que la lava chapotea y las fumarolas de gran intensidad denotan la intensa actividad del volcán Lofia, que ya cuenta en su haber con erupciones en 1774, 1792, 1854, 1885, 1906 y 1958.
Al volcán se llega en barco y desde el pequeño atraque en la orilla es preciso remontar la ladera entre coladas de lava y un denso matorral en el que sobresale la presencia, de vez en cuando, de enormes helechos arbóreos.


Frente a la isla de Tofua, con 8 kilómetros cuadrados de diámetro y prácticamente ocupada en su totalidad por la caldera emergida, se sitúa la isla de Kao. Kao es un perfecto cono volcánico que duplica en altitud a su vecino Lofia.


Ambas islas emergen solitarias y despobladas (en Tofua hace 15 años vivían apenas 5 personas) a 155 kilómetros al norte de la capital de Tonga: Togatapu. Está dentro del grupo Ha’apai, uno de los tres grupos que conforma este archipiélago de 176 islas en la Polinesia.


Tofua tiene también un hueco reservado en la historia, descubierta por James Cook, y en la de la literatura de aventuras, pues en sus aguas tuvo lugar el motín de la Bounty.

lunes, 4 de abril de 2011

Un año observando vida salvaje


Vaya por delante comentar que este libro no es nuevo. No se trata de una novedad editorial, aunque tiene poco más de un año, pero no por ello quiero obviarlo a la hora de recomendarlo. De hecho la sección de libros del blog se creó con la idea de compartir con vosotros novedades, en muchos casos, y aquellos libros que creo o considero imprescindibles y encajan con la filosofía de Paraísos del Mundo.

Es el caso de “A year of watching wildlife”, es decir: un año observando la vida salvaje. Y como antetítulo “A guide to the world´s best animal encounters”, osea: una guía para los mejores encuentros animals en el mundo. Sí, en efecto, ése es, o al menos si no en su totalidad si en buena parte, el objetivo de este blog así que ¿cómo podría faltar esta publicación de la prestigiosa Lonely Planet?

El libro, que está escrito en inglés, se rige por el calendario semanal y aquellos acontecimientos faunísticos de relevancia que tienen lugar en esa fecha. Imprescindible en cualquier biblioteca de observación de la naturaleza.