lunes, 24 de septiembre de 2012

Lagos de Montebello



Un lugar con el terrible poder de atracción que ejerce en mí, como ya he comentado en algunas ocasiones, el agua en la naturaleza, y que además lleva en su nombre implícito el terreno montañoso y la belleza, prometía. En efecto, los Lagos de Montebello no me defraudaron. Me superaron.


 

Se trata del primer parque nacional de Chiapas (creado en 1959), la Reserva de la Biosfera de los Lagos de Montebello, cerca ya de Guatemala y a las puertas de la impenetrable selva lacandona. Es el principal conjunto lacustre de México, con más de 50 lagos y lagunas. A sólo cinco de ellas se accede por carretera (Esmeralda, la Encantada, Bosque Azul, Ensueño y Agua Tinta). Con estos nombres tan sugerentes ¿para qué seguir viendo más lagos? Pues porque a cada paso nos sorprende uno más bello que el anterior. A muchas otras lagunas se accede por pistas de tierra (ripio o terracería): Montebello, Pojoj, Cañada, y ya sobre la frontera, el mayor de todos los que se visitan, el lagoTziscao. A otros tantos lagos se accede por senderos.

 

Desde Tziscao las lagunas se asientan en tierras lacandonas y su acceso se complica sobremanera hasta el punto de que algunos de ellos son, de hecho, inaccesibles. Cualquiera de estas balsas de agua cautiva al visitante desde el primer momento. Colores inimaginables que crean nuevas tonalidades en la paleta de los azules y los verdes. La vegetación acuífera, el tipo de sustrato y la refracción de la luz hacen posible tal variedad cromática. Detrás de las lagunas, hacia el sureste, la inmensidad de la selva. La selva lacandona y el Petén forman una de las masas de bosque tropical húmedo más extensa e impenetrable de América.

Rodean a las lagunas bosques de encino y sobretodo un denso pinar, pero ¿qué son en realidad las cuencas donde se asientan las lagunas? Como no podía ser de otra manera y estando cerca de la península de Yucatán: cenotes.

 

Además de lagos el parque cuenta con cascadas como las cataratas del río Santo Domingo o el enorme lago Miramar y otras muchas bellezas que la naturaleza se resiste a mostrar envolviéndolas en el verdor de la selva.

Comitán de Domínguez es la población de referencia para acceder al parque nacional, que dista unos 60 kilómetros de esta ciudad.
 
 

viernes, 21 de septiembre de 2012

El Valle del Draa


 

Dependiendo de la fuente consultada las dimensiones de este valle marroquí oscilan entre los 100 y los 200 kilómetros de longitud. Yo me inclino por la segunda opción e incluso diría que se queda corta. Sobre la anchura mejor no hablar pues es bastante variable en una orografía repleta de gargantas, cañones, desfiladeros, meandros y tramos abiertos. Su belleza es mesurable y en eso si se ponen todos de acuerdo.

 

El valle del Draa, en las puertas del Sahara, es el valle más famoso de Marruecos. Reúne todos los requisitos para ser también el más representativo del país. El río Draa, de cuyo curso principal se derivan canales de irrigación para llevar el agua algo más allá de unas orillas de gran fertilidad donde abundan los frutales, nace en el Alto Atlas de la confluencia de los río Ouarzazate y Dades, y se dirige al sur hasta fundirse con la arena del desierto. El elemento más representativo del valle son las palmeras datileras -que crecen por miles, cientos de miles- formando imágenes de gran plasticidad, imágenes que ilustran a la perfección cualquier enciclopedia a la hora de definir un oasis. Las laderas montañas y los escarpes rocosos que flanquean el discurrir del río componen un telón de fondo perfecto. Una lección de geología con pliegues, levantamientos y estratos casi perfectos.

 

Es un valle apacible, de temperaturas frías en la noche y altas en el día, grandes contrastes propios de la zona desértica en la que se encuentra. El río amortigua el termómetro diurno y la diferencia con los valles del Dades al norte y las dunas del Erg marroquí al sur es notable.

Es un valle hoy tranquilo pero antaño sometido a conflictos étnicos que han dejado una arquitectura excepcional de ksars (alcazabas) y kasbahs (ciudades fortificadas) de barro y adobe como Tamnougalt, Timiderte, y tantas otras. Algunas han sucumbido tras el abandono a la fuerza de la gravedad y poco quedan de sus muros.

Las noches en el valle son magníficas y dormir a cielo abierto invita precisamente a no pegar ojo hasta que despunte el sol.

 

En las montañas de Tizi-n-Tinnififft en medio de un paisaje mineral se esconde un pequeño vergel originado por la bella cascada de Tizgui. El acceso es cómodo por una pista en perfecto estado que, bien indicada, parte de la carretera general Agdz-Ouarzazate. Es un sitio encantador para dar un paseo y caminar un poco por la garganta de la que emana la cascada.

 

Muchos de los que defienden la tesis de los 100 kilómetros de extensión sitúan el arranque del valle a partir de Agdz, donde el río cambia los escarpes del Anti Atlas del Jebel Saghro por las montañas más suaves del Jebel Bani y las palmeras dan la mano a la arena del desierto en Zagora y Mhamid. La fusión del valle con el desierto del Sahara está consumada. ¿Y el río? Pues también se funde hasta desaparecer bajo las arenas para discurrir subterráneo 600 kilómetros antes de verter sus aguas al Atlántico.

 

La estratégica situación del valle del Draa fue desde siempre una importante vía de comunicación entre las arenas y las montañas, lugar de paso de las legendarias caravanas del desierto -hoy formadas por 4x4 buscando aventura-, de rutas de comerciantes… Cuando lleguéis al valle no vengáis de paso, venid a quedaros, al menos el tiempo suficiente para conocer un buen ejemplo de oasis donde los dromedarios que formaban esas caravanas viven hoy en semilibertad.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Tsavo Safari Camp

Parque nacional Tsavo East


El Tsavo Safari Camp (Kitaani Kya Ndundu) es uno de esos sitios auténticos, que transmiten contacto íntimo con la naturaleza. Sólo el acceso ya vale la pena, aunque hasta que lo solucionen entiendo que puede echar para atrás a más de un huésped.


Es el único alojamiento emplazado en la orilla izquierda hidrográfica del río Galana. Este aislamiento es su principal baza para lo bueno y para lo malo. Aunque domina sin duda lo bueno. Se trata de un viejo campamento con unos cuantos años de historia pero recién remodelado, acondicionado y casi recién abierto por sus nuevos propietarios.


Su situación sin ningún alojamiento en muchos kilómetros a la redonda le permite gozar de la vasta extensión del parque nacional Tsavo East, el mayor de Kenia, casi en exclusiva. Algo así como un alojamiento con más de medio millón de acres de terreno virgen para safaris. Fruto de la ausencia de masas turísticas es el comportamiento de la vida animal del parque, muy huidizo. El animal más representativo es el elefante pero el más emblemático es el kudu (kudu mayor y menor). A este antílope acompaña una fauna singular compuesta de las especies más “áridas” como gerenuk, óryx de oreja orlada o el avestruz somalí, hasta cebras, impalas, jirafas, hipopótamos, cocodrilos, leones, hienas y un excepcional número de aves rapaces. Destaca también la presencia notable de leopardo y la de alguna familia de licaones en los alrededores del campamento.


El campamento está compuesto por casi una veintena de lujosas tiendas de campaña emplazadas a orillas del río Galana, que todavía en este tramo se denomina Athi. Completa las instalaciones una piscina, un salón con bar y zona de descanso o lectura y un comedor. La decoración es con materiales propios de la zona y hecha con un gusto excelente. No falta detalle. Igual que en las tiendas, amplias, con una gran cama y un baño completo privado con excelentes amenities. Un gustazo.

Las tiendas poseen también un avance o porche privado. Carecen de luz eléctrica de modo que las baterías han de cargarse en el lobby, pero resulta hasta agradable hacerlo así mientras se toma un refresco en la hoguera del campamento, en una zona de césped frente al lobby.


Un par de tiendas se ubican a la sombra de un gigantesco baobab. Las más solicitadas.

Cuenta con un aeródromo propio y hasta tres más en los alrededores.


Las actividades son las habituales en este tipo de alojamientos: cenas y desayunos en la sabana, brindis al atardecer y safaris a pie diurnos y nocturnos. Tienen también actividades para niños, canoa, yoga, pintura natural… Son de destacar las caminatas por la ribera del Galana. Personalmente las actividades que más disfruté fueron una caminata de birdwatching por la ribera del río y el amanecer desde el Yatta Plateau, la colada volcánica más larga del mundo y que forma una meseta a cuyo pie se sitúa el camp. Desde allí arriba, a 15 minutos en 4x4 del camp un baobab es el mejor escenario posible para el mirador natural sobre la inmensidad de Tsavo. Se ve el Tsavo East, el Tsavo West, el Kilimanjaro y las colinas Ngulia y Chyulu. Inolvidable.


Estas son mis valoraciones:

Situación: 7
Accesos: 2
Tranquilidad: 10
Arquitectura: 8
Ambiente: 8
Habitaciones: 8
Zonas comunes: 7
Gastronomía: 7
Servicio: 6
Servicio guías: 7
Integración Naturaleza: 8



Web Ecoalojamiento

Valoración general: 7

Puedes ver más sobre el tema en mi Guía de Safaris Fotográficos en África: Kenia

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Tsavo East, un rafting inesperado entre cocodrilos


 

Después de un largo día de safari por la zona de Voi, la parte del parque nacional Tsavo East donde las praderas rivalizan con el atractivo del río Galana y sitios como Lugard falls, esa noche iba a dormir aguas arriba, en Tsavo Safari Camp. La llegada hasta el campamento se realiza por carretera hasta Mtito Andei y desde allí por pista de tierra aproximadamente 1 hora de delicioso recorrido entre baobabs y zona arbustiva bastante densa hasta el río Galana. El río en este lugar se llama todavía Athi. El campamento se sitúa en la orilla izquierda natural del río –el único en Tsavo-, es decir, en la contraria, y sólo se puede llegar por tierra por ese lado en época seca y siempre dependiendo del paso en Lugard falls y la cantidad de agua. El resto del tiempo, la mayoría del año, el campamento sólo es accesible en avioneta o cruzando el río…

 

La experiencia relatada a continuación fue, por inesperada, inolvidable.

Esperando la llegada de la barca.
 

Llegué con las últimas luces del día, justo cuando el cielo y el agua del río se reflejaban en ese mismo tono morado el primero y plateado el segundo que llegan incluso a confundirse. Justo para escuchar y apreciar los rápidos del río, que venía bastante alto debido a las lluvias caídas en los últimos días, a primeros de mayo de este año, cerca de Nairobi, donde nace.

 

Hacía calor. Las lámparas y velas del campamento lucían tenues en la otra orilla. He de confesar que llegué hasta aquí desconociendo que el camp se hallaba en la margen izquierda del Galana y una vez enterado, daba por hecho la existencia de algún puente o pasarela pero, craso error. A navegar tocaba. Ahora vienen a buscarnos, me dijo el guía.

¿Una cómoda y robusta lancha a motor?, pensé. No!!! una pequeña neumática del tamaño de una esas hinchables que tienen los niños en las piscinas…

 

Después de muchos safaris africanos y aunque la falta de luz impedía verlos, no hacía falta explicarme que en las orillas había cocodrilos del Nilo. Los cocodrilos no tienen en los rápidos su hábitat natural pero si en las zonas de aguas con menor corriente que rodean a las aguas más agitadas. Sólo pensarlo y ver aparecer la “barca” descendiendo el río hacia mi orilla hizo aflorar la adrenalina como hacía años que no me ocurría. El factor sorpresa, la noche, todo parecía envolver a la navegación en toda una aventura. La barca apareció como un punto lejano e iba derivando hacia mi lado movida por la fuerte corriente. El barquero aparecía y desaparecía de la vista cuando las olas tapaban su silueta en los rápidos. La técnica estaba clara, después de caminar con la barca a hombros por la orilla río arriba se dejaba arrastrar por la corriente para llegar hasta la altura donde yo me encontraba, el único punto posible para subirme antes de una zona de fuertes rápidos. Si acertaba, claro.

 

Qué emoción!!! Y encima tengo que cruzar con maleta, portátil y el equipo fotográfico!!! Supongo que si volcamos lo de menos será que se moje la cámara…

Una vez llegó la barca a por mi, ahora quedaba lo más emocionante: cruzar el río. ¿Hay muelle donde bajar? ¿algún dique? No!!! Tan sólo una pequeña zona con menos corriente en la que agarrarse a la vegetación y arrimar la embarcación hasta el terraplén donde poner pie a tierra.

Hacía tiempo que no recordaba 2 minutos tan angustiosos, los que tardé en cruzar. Sano y salvo un cocktail de bienvenida se encargó de devolverme a la realidad. Más tarde sus encantadores dueños, me explicaron que estaban estudiando la colocación de un puente. Hubo uno hace años pero lo arrastró la corriente. Hubo también una especie de tirolina, pero parece que la cosa no acabo bien. De eso han pasado unos cuantos años, ahora el campamento tiene nuevos dueños y lo han convertido en un lugar espectacular del que os voy a contar más detalles en el próximo post. Pequeño rafting incluido, Tsavo East Camp es un ecoalojamiento en plena naturaleza y absolutamente recomendable.

 

Por la mañana me asomé al punto donde la noche anterior puse pie a tierra tras cruzar el río y rememorar tan inesperado momento. La vegetación se movió a mi derecha, cuando me acerqué un poco más para ver lo que era, un cocodrilo se echó al agua…

Un par de días después el nivel de agua había bajado bastante y los rápidos se habían calmado en parte. En el cruce de vuelta a la otra orilla, donde habíamos dejado el 4x4 hacía un par de noches, aproveché para sacar alguna foto de la travesía y el hábil barquero.

¡Esto es África! Siempre sorprendente. ¡Me encanta!