viernes, 28 de marzo de 2014

El desierto rocoso de Wadi Musa

El Siq de Petra desde el mirador de Wadi Musa.

Uno de los miradores naturales más imponentes de Jordania está en Wadi Musa, 250 kilómetros al sur de la capital Ammán. Wadi Musa significa el “Valle de Moisés”. Dicho así quizá no os suene mucho pero si os comento que es la puerta de entrada a la ciudad nabatea de Petra, quizá la cosa cambie. Cuenta la historia que por aquí pasó Moisés y se aprovisionó de agua en el mismo manantial en el que los nabateos, siglos más tarde, canalizaron el agua hasta la bella ciudad perdida del desierto. Hoy Wadi Musa es una población, importante asentamiento bereber, en el que viven unas 25.000 personas. Y frente a la población de Wadi Musa, coronando una de las cimas rocosas que una ermita blanca guarda la Tuma de Aaron, el hermano de Moisés.

Panorámica cercana a Taybeh.


La tumba de Aaron, la entrada a Petra y el magnífico horizonte rocoso de esta parte del desierto jordano, con montañas que se elevan por encima de los 1.000 metros de altitud, conforman una estampa de las más bellas que el visitante puede encontrar en este país de Oriente.

Mirador de Wadi Musa


Las panorámicas que hoy traigo al blog se obtienen desde dos miradores naturales, pequeño el primero y muy grande el segundo, ambos bien acondicionados y de fácil acceso por la carretera que lleva desde el pueblo principal de Wadi Musa hacia el “barrio” cercano de Taybeh para proseguir luego hacia el Wadi Rum. Es la conocida como “Carretera del Rey”.


El primero de los miradores está en la parte alta del pueblo, situado justo enfrente de las montañas que esconden Petra. De hecho, se obtiene una visión frontal del famoso Siq o cañón de entrada a Petra.

Mirador de Taybeh, cerca del hotel Panorama.


El segundo mirador, mucho más grande, está cerca del hotel Panorama (un cuatro estrellas algo viejo pero con las mejores vistas) ofrece un panorama de conjunto sobre las montañas y el horizonte plano del fondo, muchos metros más abajo. De hecho el terreno llano del fondo está a una altitud por debajo del nivel del mar, así que aunque las cotas de estas cimas superen no lleguen a los 1.100 metros de altura, la sensación de grandes montañas de roca es aún mayor.

lunes, 24 de marzo de 2014

Cien años del inicio de Memorias de África

Casa Museo Karen Blixen en Nairobi.

  
Este año se cumplen cien años de la llegada a Kenia de Karen Blixen. Fue en 1914 cuando, procedente de su Dinamarca natal, la baronesa Blixen llegaba al Protectorado de Kenia, en el África Oriental Británica, atraída como tantos otros  europeos por los encantos de un país exótico, repleto de animales, que se abría a los ojos del viejo continente como un lugar con fantásticas posibilidades para los negocios y una nueva vida. Kenia se presentaba como la puerta de entrada a un mundo cinegético sinfín y paraíso de vida salvaje. Así llegó también unos años antes Denys Finch-Hattton, consumado organizador de safaris de caza.

Karen llegó a Nairobi para emprender una nueva vida personal y profesional, vinculada en su caso a las plantaciones de café (The Karen Coffee Company) y pronto conoció a Finch-Hatton. Lo que surgió entre ambos y la hermosa historia de amor que vivieron en tierras keniatas fue plasmado en una novela por la propia Karen tras su regreso a Dinamarca en 1931. En su hogar danés escribió Den afrikanske farm (1937) “La granja africana”, traducida al inglés como Out of Africa y al español como “Memorias de África”. Su crisis de personalidad fruto de la gran depresión, probablemente unida a las mayores posibilidades editoriales que tenían los hombres en aquella época, la llevó a publicar su obra en inglés y firmada con el pseudónimo de Isak Dinesen.
Las colinas Ngong desde el porche de la granja de Karen Blixen.



Años después, en 1985, Sydney Pollack, llevó la novela a la gran pantalla de la mano de Meryl Streep y Robert Redford. La película se llevó 7 Oscars y Kenia la mejor campaña turística que el cine ha hecho jamás por un lugar.


Memorias de África es una historia de lucha y sobre todo de amor; bella y dura, como la vida en aquellos años Kenia y no precisamente con un final feliz, pero como digo, marcó un antes y un después en la historia turística de África en general y de Kenia en particular. “Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas Ngong…” así comienza la historia autobiográfica de Karen Blixen y recordando estas líneas me gusta entrar a los terrenos donde se encuentra la granja siempre que voy a Nairobi a visitarla. Allí está la casa de Karen (hoy convertida en museo), sus jardines y lo que queda de sus plantaciones. Se puede observar maquinaria original, alguna carreta, algún arado o alguna antigua tostadora de café, que todavía se conserva en el exterior. En el interior de la casa  se mantienen y exponen pertenencias originales y sobre todo, las empleadas para el rodaje de la película. Desde el viejo reloj de cuco o vajillas, hasta la alfombra de piel de leopardo o la vestimenta de los protagonistas, bien distribuidas en las respectivas dependencias de esta casa de una planta y arquitectura colonial.

Leona con sus cachorros en Masai Mara.


Desde el porche se observan las cercanas colinas de Ngong, donde se encuentra la tumba de Denys Finch Hatton, muerto trágicamente en un accidente con su avioneta cerca de Voi, en el parque nacional de Tsavo. Finch Hatton fue un reputado organizador de safaris cinegéticos y –como explico en mi guía deKenia- el padre de los safaris fotográficos. Tsavo, Samburu y Mara eran sus lugares favoritos para organizar los safaris. De Samburu le gustaba su riqueza faunística y de Mara su abundancia. Dos de las escenas más memorables de la película son, la del campamento en la sabana que los protagonistas disfrutan en Mara al más puro estilo de la época, y el vuelo casi rasante con la avioneta del protagonista sobre la lámina de agua repleta de flamencos del lago Nakuru.

Jirafa reticulada en las tierras Samburu.

A la granja de Karen Blixen en Nairobi al pie de las colinas Ngong -donde todo comienza-, a Samburu, al lago Nakuru y a Masai Mara regresaré este año en varias ocasiones. Será dentro del viaje “Memorias de África”, uno de los viajes de Autor que la agencia especializada Ecowildlife ha preparado con varias salidas para 2014 y que tendré el gusto de acompañar. Recordaremos la figura de Karen Blixen, visitaremos los escenarios naturales de la célebre película y por supuesto disfrutaremos de la vida salvaje africana en este país que enamora con solo pisarlo.

Os dejo el enlace al catálogo de Viajes de Autor y os animo desde aquí a que me acompañéis en alguna de las salidas programadas, en este cien aniversario de la llegada de Karen Blixen a Nairobi. “Memorias de África” espera…

jueves, 13 de marzo de 2014

Con los gorilas de Dian Fossey

Gorilas de montaña en las montañas Virunga.


El zoólogo y naturalista George B. Schaller fue el pionero en la observación de gorilas de montaña. Durante un año se estableció junto a su esposa en el collado de Kabara, entre los volcanes Mikeno y Karisimbi, en la vertiente congoleña de estos volcanes fronterizos entre Congo, Uganda y Ruanda. Allí instaló la cabaña desde la que realizaban sus estudios entre 1959 y 1960. Estudió a varios grupos de gorilas pero sobre todo al grupo IV y su macho espalda plateada “Papaíto”. A George B. Schaller ya dediqué un post hace unos años.

Dian Fossey comenzó sus estudios sobre gorilas de montaña en 1967, apadrinada por Leakey, instalándose en el campamento de Kabara, en la cabaña de George Schaller. Allí pasó sus primeros meses hasta que fue secuestrada. Logró escapar y pasar a Uganda, buscando refugio en Traveller’ Rest (Kisoro) y llegando posteriormente a Nairobi donde convivió con Leakey recuperándose hasta que regresó a las montañas para seguir con su trabajo. De vuelta a los montes Virunga, marchó al valle entre los montes Karisimbi y Bisoke y allí instaló su campamento que bautizó como Karisoke. Nacía el Karisoke Rechear Center.


En 1980 marchó de África y empezó a escribir “Gorilas en la niebla”, que publicó con gran éxito en 1983. En 1985 regresó a Ruanda y el 27 diciembre de 1985 fue asesinada en su casa de Karisoke. Allí está enterrada, en el cementerio que ella había preparado para sus gorilas. Yace al lado de la de su gorila Digit, con el que más comunicación y relación entabló. Allí están enterrados 17 gorilas más, dos perros y un mono. Entre ellos se encuentra también el gorila Titus, que interpretó a Digit en la adaptación al cine de la novela “Gorilas en la niebla”,  excelente película protagonizada por Sigourney Waever en 1988.

El grupo de gorilas estudiado por Dian Fossey fue la familia Susa, ahora dividida en dos grupos, que vive en las faldas del volcán Karisimbi (4.500 m. altitud). Este grupo de gorilas es uno de los que habitualmente se visita en los Gorilla track.


Sobre “Gorilas en la Niebla”, sus escenarios naturales, y sobre todo la figura de Dian Fossey y lo que significó para el ecoturismo actual versa uno de los tres viajes de autor que conduciré personalmente este año (además de “Memorias de África” en Kenia y “El Libro de la selva” en India). En este viaje a Ruanda visitaremos el Karisoke Rechear Center, la tumba de Dian Fossey y sus gorilas, y por supuesto realizaremos una caminata en busca de los gorilas de montaña por las selvas de los montes Virunga. Y no podemos abandonar África sin realizar alguno de los mágicos safaris fotográficos por la sabana (en el parque nacional Akagera) y sin realizar otra caminata por el bosque, en este caso el de Nyungwe, para vivir otra experiencia inolvidable: la observación de chimpancés en libertad. Las salidas están programadas para el 1 de junio y el 30 de noviembre.

También veremos chimpancés en libertad...


Sobre el novedoso catálogo de Viajes de Autor que acaba de sacar la agencia especializada Ecowildlife Travel y el resto de autores que forman el catálogo y sus propuestas que componen esta selección de 16 viajes únicos a lo largo y ancho del planeta, podéis conocer más en este enlace.

viernes, 7 de marzo de 2014

Las focas de la isla Duiker, en El Cabo



A un paso de Ciudad del Cabo, en Hout Bay, existe una isla de fácil acceso en barco que se ha ganado a pulso el apelativo de la “isla de las Focas”. Se trata de un islote rocoso pequeño (77 x 95 m; 0,4 hectáreas), en el que vive una nutrida colonia de miles de lobos  marinos del Cabo (Arctocephallus pusillus).


Al puerto de Hout Bay, de donde salen a diario siempre que las condiciones climatológicas lo permiten, las embarcaciones de las diferentes empresas locales que operan en la zona ofreciendo la excursión de la isla de las Focas. Son embarcaciones de tamaño mediano-grande, algunas con fondo de cristal, que tienen diferentes horarios al día y realizan un tour guiado de ida y vuelta hasta la isla por unos 4 euros. En total son 40-45 minutos de experiencia que se acerca hasta las rocas graníticas que emergen del océano fuertemente batidas por el fuerte oleaje. Bajo un intenso olor a sargazos, los lobos marinos toman el sol, nadar y se zambullen en busca de alimento. Suele haber una gran actividad en torno a la isla y, en la parte exterior, es frecuente observar las aletas de los tiburones blancos que se merodean la zona en busca de su alimento favorito: los lobos marinos del Cabo, que llegan a medir 2 metros y a pesar 200-300 kilogramos.




Durante el paseo en bote, podremos observar también una interesante vida de aves marinas. La excursión es una de las paradas habituales en los tours que organizan la visita de un día al Cabo de Buena Esperanza. La otra parada habitual es la de la colonia de pingüinos magallánicos de Simon’s Town.


Algunas excursiones se prolongan algo más (1 h.) y se acercan hasta el Chapman’s Peak. Algunas de las empresas que ofrecen la excursiones de la isla Duiker son: Circe Launches o Drumbeat charters.


Si te interesa este tema, puedes tener más información en mi Guía de Safaris Fotográficos de Sudáfrica editada por abooks.

martes, 4 de marzo de 2014

Cetrería en las dunas rojas de Dubai


De entre todas las actividades y visitas que tenía previsto realizar en Dubai, estoy en condiciones de afirmar que me gustaron y sorprendieron gratamente todas las que en principio no me atraían nada o incluso descubrí sobre la marcha y, en cambio, me defraudó la que más expectativas me había generado. El problema no es la visita al desierto y el fabuloso paisaje de dunas si no la gestión con que se realiza, que somete a las bellas dunas del desierto de Dubai a una presión medioambiental que difícilmente será sostenible.




Al sur de la gran ciudad árabe de rascacielos imposibles el desierto gana el terreno que de alguna u otra forma algún día ocupó. A unos 30 minutos en coche, se llega al conocido popularmente como desierto de Dunas Rojas, en los límites con la Reserva para la Conservación del Desierto de Dubai. El desierto es espectacular y la composición mineral difiere con la de las dunas donde esa misma mañana me topé con los órix de Arabia. Las de la tarde son dunas de un color rojo que se intensifica especialmente cuando cae la tarde. Magníficas. Es también el escenario donde las empresas realizan el tan anunciado a bombo y platillo “Safari”. Y esto es lo que no me gustó. El “safari” que las empresas realizan consiste básicamente en hacer el cabra por las dunas con los vehículos 4x4. La cantidad e intensidad de las piruetas sobre la arena es mayor cuanto mayores son los gritos de los turistas que se dejan llevar por la actividad. La realidad es que no uno ni dos coches, sino cientos (habéis leído bien, cientos) se “pierden” entre las dunas en busca de adrenalina. El resultado a corto plazo quizá sea satisfactorio para las empresas (económicamente hablando) pero a medio plazo, el recurso natural de las dunas va a desparecer de forma irremediable porque ellos mismos se encargan de “eliminarlas” subiendo con el coche. Me da la sensación de que, entre otras cosas, los estudios sobre capacidad de carga han sido nulos.





Lo que si me gustó es la demostración de cetrería que alguna de las empresas realiza entre las dunas. La cetrería en Dubai es como el fútbol en España. Varios halcones peregrinos se encargan de poner los pelos de punta con sus vuelos rasantes entre la gente, con su endiablada velocidad de picado. Una auténtica gozada antes de regresar a España ver volar al animal más veloz de la Tierra.