miércoles, 23 de abril de 2014

El humedal de Azraq



Cuando uno se adentra en el desierto del Este jordano poco a poco se va contagiando de la soledad y austeridad de los paisajes. Encuentra eso: desierto. Pero es un paisaje árido diferente, sin dunas de arena ni formaciones rocosas, es una gran planicie a unos 1.200 metros de altitud que se extiende hacia Siria y, sobre todo, Iraq.




La carretera rectilínea que avanza cómodamente por el mismo desierto donde antaño avanzaban los comerciantes a lomos de sus camellos y caballos formando las conocidas caravanas del desierto llega tras un par de horas desde Ammán a la ciudad de Azraq. La razón de ser de este asentamiento y su estratégica ubicación, con su célebre castillo romano reconstruido por los árabes durante las Cruzadas y que cuenta con Lawrence de Arabia como su más famoso habitante (el castillo le sirvió como cuartel general durante la Revolución  Árabe), se comprende rápidamente cuando llegamos a la entrada del Humedal de Azraq. Agua, mucha agua, justo lo que hace falta en un desierto. Y eso que la extensión actual del humedal es sólo el 6% de la original.



Este oasis para el hombre lo es también para la fauna y el humedal es un punto estratégico para las especies de aves migratorias que se mueven entre Asia, Europa y África. Azraq de hecho significa “azul” en árabe.


A comienzos del siglo XX se reintrodujo el búfalo de agua, pieza clave del ecosistema manteniendo a raya el estrato herbáceo y es importante también la presencia de un pequeño pez ciprinodontiforme de color atigrado, el killifish de Azraq, muy amenazado y que curiosamente se trata del único vertebrado endémico de Jordania. Un ambicioso proyecto de recuperación le salvó de la extinción prácticamente segura.


Pero el mayor interés del humedal, aparte de las dos especies vertebradas mencionadas, reside en las aves. En sus 12 kilómetros cuadrados esta reserva creada en 1978 ofrece un abanico de especies migratorias, residentes y especies raras. 280 especies han sido censadas en Azraq, la mayoría migratorias. Las actuales láminas de agua se mantienen inundadas artificialmente para garantizar la presencia de aves y de visitantes (pocos) que se acercan hasta aquí a disfrutar de una más que interesante jornada de birdwatching.




Destacan la abubilla de Lark, la curruca de Cetti, el pinzón del desierto, el aguilucho lagunero, el correlimos menudo, la avoceta, el chorlitejo chico, el halcón de miel y el aguilucho cenizo. Se observan otras especies tan variadas como fochas, bulbuls, petirrojos, golondrinas o la gran garza blanca. Una buena opción de visita desde la capital, especialmente si la combináis con la cercana reserva natural de Shaumari, donde se pueden observar diferentes mamíferos del desierto, desde oryx de Arabia hasta zorros, lobos, caracal, hienas, chacales o gatos silvestres.

viernes, 11 de abril de 2014

Parque nacional Bontebok

 
Bontebok (Damaliscus pygargus).
Al sur del continente africano habitan especies de antílopes singulares. Algunos son auténticas rarezas; otros son tan esquivos que su observación durante los safaris es todo un reto, casi más que los propios Big Five. Uno de estos ejemplos es el bontebok (Damaliscus pygargus), un precioso animal marrón y blanco de pelo brillante que vive en la región de El Cabo sudafricano.

Fynbos, la joya botánica sudafricana.


Algunos ejemplares de este antílope se pueden observar en parques como el Parque nacional de la montaña de la Mesa (en el Cabo de Buena Esperanza) o en la Reserva natural De Hope pero el mejor enclave para observarlo es el parque nacional que lleva su nombre. De hecho se creó específicamente para asegurar su supervivencia aunque con los años se han incluido también otras especies autóctonas como la cebra del Cabo.


Las espectaculares montañas Langeberg y pista de acceso al parque desde la N2.


El parque nacional Bontebok es muy pequeño, el más pequeño de los 20 parques nacionales sudafricanos. Menos de 28 kilómetros cuadrados. Está situado a 6 kilómetros al sur de la población de Swellendam, muy bien comunicada con Ciudad del Cabo y Port Elizabeth. En esencia se trata de terrenos horizontales dominados por praderas y vegetación fynbos (una joyita botánica del planeta que ha convertido a la región Floral del Cabo en algo único) en las que pasta este antílope sudafricano y situadas a orillas del río Breede. Como telón de fondo, las verticales montañas de la cordillera Langeberg.
Una serie de pistas repartidas en un par de circuitos, permiten a los visitantes realizan safaris fotográficos en sus propios vehículos.

El parque nacional alberga una población de ocho Cebras del Cabo.
El escaso Bontebook en su hábitat natural.


Pero además de bonteboks, cebras del Cabo o red Hartebest, se pueden observar 205 especies de aves (Os dejo Bird list). Entre ellas algunas tan vistosas como la grulla azul, la avutarda de Stanley o el elanio azul. En mi último safari en el parque pude observar una veintena de bonteboks, que se acercan sin miedo a las cabañas a orillas del río (son muy populares para alquilar en fines de semana o en vacaciones) y seis de las ocho cebras de montaña que viven en el parque. En estos momentos están construyendo otros bungalows familiares en el parque. Os dejo el enlace por si queréis reservarlas.

Aloes a orillas del río Breede, en el límite sur del parque.
Safari por el circuito Este.


Al ser un parque tan pequeño un safari en coche de unas dos horas es suficiente y suele ser una parada breve en la Ruta Jardín, pero la paz que impregna el lugar invita a quedarse más tiempo a orillas del Breede (también hay senderos).

lunes, 7 de abril de 2014

La Grulla azul, ave nacional sudafricana



Grus paradisea es el nombre científico de esta preciosa ave. El nombre latín de la especie hace justicia a la belleza del ave nacional de Sudáfrica. En efecto, también es conocida como la Grulla del paraíso o Grulla de Stanley, aunque casi todo el mundo se refiere a ella como la Grulla azul por el color de sus plumas. En la distancia parece un azul más bien grisáceo pero en la cercanía se aprecia perfectamente el tono azul del plumaje. Sólo rompe los tonos claros azulados (o grisáceos…) las largas plumas (terciarias) negras que sobresalen en la cola. Ésta y la también africana grulla coronada son mis favoritas.




He tenido la suerte de toparme con varios bandos de esta amenazada especie, de la que quedan aproximadamente tan sólo unos 25.000 ejemplares en todo el mundo. Bueno concretamente en Sudáfrica, pero dado lo restringido de su área de distribución (con el 99% de las grullas azules en Sudáfrica y sólo unas pocas parejas en Suazilandia y Namibia), es como afirmar que son las únicas que quedan en el planeta.




Y me encontré con estos bandos a lo largo de la Ruta Jardín, y el tramo de carretera N2 que enlaza Mossel Bay con Ciudad del Cabo. Con el imponente telón de fondo montañoso de esta parte del continente, en el extremo sur del país africano, es en las amplias zonas de cultivos y praderas donde la grulla azul encuentra su hábitat. Prefiere praderas en altura pero en invierno desciende a cotas más bajas; y fue en estas praderas y cultivos, de las que os muestro diferentes imágenes de ambiente y paisaje, en las que me fui encontrando pequeños grupos de grullas a ambos lados del camino. Tuve tiempo de fotografiarlas de lejos… y de cerca. De ver los saltos que realizan durante el cortejo entre septiembre y enero (periodo reproductor). Una delicia que no he querido resistirme a traer al blog; máxime cuando se trata de una de las 15 especies de grullas existentes y también una de las más amenazadas.
Todas las imágenes que ilustran el post fueron tomadas entre el parque nacional Bontebok y Hermanus.






Puedes encontrar más información sobre el tema en mi guía de SafarisFotográficos de Sudáfrica.