viernes, 10 de julio de 2015

Cabras montesas en Sierra Nevada

En Sierra Nevada vive la mayor población de Cabras montesas

Las cumbres de Sierra Nevada  son el escenario idóneo, en la época en la que la nieve desaparece y el alimento está disponible, fundamentalmente en el piornal y los pastizales de alta montaña, para observar (de cerca) a las cabras montesas, emblema de la fauna local. Hembras y machos se mueven por separado pero son animales gregarios; un grupito de 5-6 hembras con crías allí, otro grupito de 3-4 machos por allá. Caminando con calma se observan con facilidad estos enormes bóvidos ibéricos. En Sierra Nevada hay muchos, de hecho aquí vive una población estimada en unos 20.000 individuos, la mayor población de la península Ibérica y por extensión, del mundo, ya que la especie sólo se encuentra en las montañas de la piel de toro (endemismo), donde viven alrededor de 50.000-60.000 cabras montesas. Capra pyrenaica hispanica, a la que pertenecen las cabras de Sierra Nevada, es la subespecie más extendida en la península. La cabra montesa se distribuye por las montañas españolas con especial profusión en la franja mediterránea y litoral, en enclaves como las Sierras de Tejeda y Almijara (Granada y Sierras de Loja y Alhama (Granada-Málaga), las Sierras de Málaga, Sierras de Cazorla, Segura y las Villas (Jaén), Sierra Mágina (Jaén), etc. Las sierras de Beceite-Tortosa (Tarragona-Castellón) o la Muela de Cortes (Valencia) albergan fuera de Andalucía buenas poblaciones de la subespecie.
Hembra descansando al borde del camino, con la cumbre del Veleta al fondo


Capra pyrenaica victoriae (fundamentalmente en las poblaciones de las sierras de Gredos, Las Batuecas  y Guadarrama) y las extintas Capra pyrenaica pyrenaica (el bucardo, en Pirineos) y Capra p. lusitanica en la vecina sierra de Geres (Portugal) completan el cuarteto subespecífico del endemismo ibérico.

Entre noviembre y enero tiene lugar el periodo de celo, cuando machos y hembras se unen y los primeros protagonizan espectaculares peleas para ver quién es más fuerte y disfruta el privilegio de dominar el harén de hembras por unos días. Los violentos choques de sus poderosas cornamentas rasgan el silencio durante los combates. Tras las cópulas, que sólo los machos dominantes realizan, las hembras buscan la protección del bosque (fundamentalmente encinar) para desarrollar sus épocas de cría y especialmente el parto, rodeadas de alimento y buena cobertura forestal. Se mueve siempre por sustratos rocosos, donde se desenvuelve a las mil maravillas, con una capacidad de escalada increíble subiendo por terrenos casi verticales. En las cumbres de Sierra Nevada se desplaza por el sustrato de esquistos metamórficos que componen la franja más alta del macizo. Allí camina y salta entre cascajares, rocas aborregadas y estrías glaciales. A primera y última hora del día se las ve en las zonas de borreguiles, bebiendo agua en alguna de las lagunas de alta montaña del macizo. Es muy frecuente ver su inconfundible silueta recortada contra el cielo en algún escarpe rocoso, observarlas descansando plácidamente tumbadas en las rocas, siempre atentas y con amplio campo de visión, al abrigo del viento que tan poco les gusta. En los días de calor y en las horas centrales de la jornada, se tumban entre las sombras de las rocas, pasando casi desapercibidas a la vista gracias al mimetismo que les proporciona su pelaje marrón.  Son las dueñas y señoras de las cumbres por lo que a mamíferos se refiere y no dudan en acompañarnos hasta la misma cima del Mulhacén. Siempre que camino por estas alturas en primavera y verano  disfruto con su presencia, con su compañía, pues se mueven despacio y con aparente indiferencia ante la presencia humana, casi como compañeras de ruta. Un lujo a la hora de fotografiarlas con estampas como la del Veleta, la Alcazaba o el Mulhacén como inmejorable telón de fondo.
Macho montés en la falda del Mulhacén



Os recomiendo el sendero de las Cumbres entre la Hoya de las Mora (y Posiciones del Veleta) y el Alto del Chorrillo para observarlas. Un objetivo corto para fotografías panorámicas en su hábitat y un tele tipo 100-300 mm es más que suficiente para regresar a casa con las mejores fotos de cabras. Caminar despacio y en silencio, disfrutando además con la observación de los muchos endemismos de flora y fauna de alta montaña. Como alojamiento, las villas de Bubión, en la Alpujarra de Granada, y de Láujar de Andarax (Alpujarra de Almería) son una magnífica opción. Más próxima a las cumbres la primera.